Por Sandy Hildebrandt – 20 de Enero de 2016

El cambio climático lleva décadas siendo un tema candente, pero la “justicia climática” es un concepto relativamente nuevo. Así que, ¿qué es y en qué se diferencia de otros movimientos medioambientales?

El cambio climático como asunto ético y político

A principios de los años 80, en los Estados Unidos, un nuevo movimiento se desarrolló a partir de múltiples protestas y denuncias contra los residuos tóxicos y la contaminación en barrios pobres y en granjas. El movimiento de justicia medioambiental – como se le conocía – luchaba por la justicia para la gente que resultaba desproporcionadamente afectada por la degradación medioambiental, y estaba liderado por grupos, muy marginados, cuyas comunidades recibían los mayores daños. Este movimiento era diferente del movimiento ecologista más general, que se centraba en la degradación ecológica y a menudo ignoraba el impacto en las comunidades y barrios más pobres. El movmiento de justicia medioambiental luchaba por liberar al mundo del racismo medioambiental – un concepto que la mayoría de ecologistas no tenía en cuenta.

Conforme el cambio climático fue convirtiéndose un problema más urgente, el movmiento medioambiental en general tomó la responsabilidad de intentar mitigar los impactos del calentamiento global, y educar a la gente sobre como afectaría al medio ambiente. Aunque las consecuencias para los humanos siempre han preocupado a los ecologistas, no son necesariamente el centro de su atención – especialmente cuando se trata de los grupos más marginados. En consecuencia, las campañas y los intentos de ayudar a los ecosistemas pueden afectar a comunidades pobres e indígenas y, lo que es más importante, no abordar las raíces de las causas de la degradación climática.

El movimiento de justicia climática es la respuesta del movimiento internacional de justicia medioambiental al cambio climático. Contempla el cambio climático como un problema complejo de justicia climática, en lugar de uno simplemente medioambiental. Mientras el ecologismo puede ver el cambio climático como el resultado de industrias mal reguladas, la justicia climática lo ve como el producto de la desigualdad y de un sistema económico obsesionado con el crecimiento por el crecimiento. El racismo y el clasismo están inextricablemente unidos al cambio climático, y no pueden ser ignorados.

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El poder de la gente

Un factor importante tanto de la justicia medioambiental como de la justicia climática es que son movimientos de base, lo que acentúa la necesidad de que las comunidades se involucren en la organización de sus propias acciones y decidan sus propios futuros. Mientras que la justicia climática a menudo supone presionar a grandes corporaciones o gobiernos, esta presión viene de la gente, y no desde arriba. Hay fe en la habilidad de las comunidades para influir en los poderosos, en lugar de fe en los poderosos mismos. En otras palabras, la justicia climática es un movimiento de empoderamiento de la gente.

La organización – en lugar de la acción individual – es la base estratégica del movimiento de la justicia climática. Ya hemos visto muchos ejemplos de esta organización aparecer en todo el mundo, sobre todo cuanto más nos acercábamos a las negociaciones de París. Como algunos sabrán, por el libro de Naomi Klein Esto lo Cambia Todo, los grupos indígenas y comunitarios se están volviendo más y más activos en su lucha contra los intereses de la industria de los combustibles fósiles.

La justicia climática en todo el mundo

El oleoducto Keystone XL

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La justicia climática fue noticia en todo el mundo cuando los activistas bloquearon con éxito el desarrollo del oleoducto Keystone XL, que hubiera transportado petróleo desde las arenas bituminosas de Alberta (Canadá) hasta las refinerías del Golfo de México. Una enorme red comunitaria de gente de las Naciones Originarias, rancheros y otras personas locales comenzarons una campaña anti-oleoducto en 2010. La campaña se mantuvo por años, con los activistas trabajando sin descanso tanto en el oleoducto como en las arenas bituminosas, empleando activismo de base y acción directa no violenta al nivel que se vio a finales de la década de los 60. A finales de 2015, Barack Obama finalmente rechazó el oleoducto.

 

Bloqueo del Puerto de Carbón de Newcastle

Las naciones insulares del Pacífico están entre los lugares más vulnerables del mundo cuando se trata de los impactos del cambio climático. En Octubre de 2014, líderes de 12 naciones insulares del Pacífico – llamados los Guerreros Climáticos del Pacífico – formaron una barrera en el mayor puerto de carbón del mundo con sus canoas tradicionales, que son artesanales. Los 30 activistas, parte del movimiento 350 Pacífico, consiguieron evitar que 8 de los 12 barcos salieran del puerto.

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Desinversión

A mayor escala, organizaciones y activistas de todo el mundo han comenzado a presionar a las instituciones para que retiren sus inversiones de corporaciones y fondos que se dediquen a la extracción de combustibles fósiles. El movimiento de desinversión, liderado por 350.org, ha supuesto que más de 3,4 billones de dólares hayan sido desinvertidos globalmente por más de 500 instituciones distintas – con importantes contribuciones de grupos religiosos y fundaciones. Esto ha sido un golpe de gran importancia para la industria de los combustibles fósiles, y está haciendo que los inversores recapaciten tanto acerca de la seguridad como acerca de la ética de invertir en la extracción de carbón, gas y petróleo.

Valores de la justicia climática

Los valores del movimiento de justicia climática son similares a los de movimientos más amplios de justicia global – la comunidad, los grupos marginados, el poder de la gente y la igualdad. Esto se refleja en sus acciones, tanto a nivel local como a nivel global. La justicia climática es una manera integrada y activa de abordar los desafíos del cambio climático, el capitalismo y la injusticia. ¡Las personas normales pueden marcar la diferencia en sus comunidades y en el mundo!