Noticia de último momento: según se reveló esta semana, 350.org estuvo en la mira de una compañía de seguridad privada durante la resistencia en Standing Rock contra el oleoducto Dakota Access (DAPL, por sus siglas en inglés) en 2016.

El oleoducto, que va desde los campos petroleros de Bakken en el oeste de Dakota del Norte hasta el sur de Illinois, cruza por debajo de los ríos Missouri y Mississippi y el Lago Oahe, y se ubica cerca de la reserva indígena de Standing Rock.

La resistencia liderada por la tribu sioux de Standing Rock fue apoyada por una coalición de organizaciones por la defensa del medio ambiente y los derechos humanos, con los defensores indígenas unidos bajo el título de Protectores del Agua.

Esta resistencia fue respaldada por un grupo de diversos aliados cuya determinación y conexión por defender la tierra y el agua sagradas fue palpable. Se trataba de algo más que simplemente intentar detener el DAPL: fue un frente que hizo uso de la oposición interseccional a décadas de explotación y extracción coloniales.

Tigerswan fue la firma de seguridad privada contratada por la empresa matriz del Oleoducto Dakota Access, Energy Transfer. Y esto es lo que dijo de nosotros.

“La capacidad de 350.org para atraer la atención del mundo a la protesta contra el DAPL a través de su red de seguidores y sus preocupaciones mediáticas representa una preocupación importante para Tigerswan y su cliente. La capacidad de 350.org para movilizar grandes grupos de gente también es una preocupación importante. Es improbable que se retiren por su cuenta de los grupos de manifestantes debido a que sus objetivos se alinean perfectamente con la tribu sioux de Standing Rock. Tienen un historial de éxito y deberían ser abordados solo tras una preparación considerable”.

“Debemos ser siempre muy claros en que la industria está al tanto del riesgo que el movimiento por el clima representa”, declaró en respuesta May Boeve, directora ejecutiva de 350.org.

La vigilancia e intimidación de activistas por el medio ambiente ha sido una tendencia preocupante durante algunos años. Activistas de todo el mundo deben ser protegidos, especialmente aquellos en países donde los espacios democráticos para expresar opiniones opositoras son cada vez más pequeños, como las Filipinas y partes de África y América Latina.

Es crucial oponerse a la destrucción de los medios de vida, a las violaciones de derechos humanos, al robo de tierras, y a la expulsión de carbono debido a actividades extractivistas como las de carbón, minería y fracking. Además de los activistas de primera línea, los periodistas, organizadores de campañas, comunidades y organizaciones de apoyo conforman un componente invaluable en nuestra lucha por la vida, la dignidad y la justicia.

Mientras luchamos por un mundo en el que podamos vivir, la industria de los combustibles fósiles y sus aliados gubernamentales y lobistas tienen miles de millones de dólares a su disposición para intentar apagar nuestro fuego en beneficio de sus ganancias a corto plazo e intereses personales. Pero no nos detendrán. Continuaremos plantados en solidaridad con protectores, comunidades, y defensores en todo el mundo, y continuaremos luchando por un futuro mejor.

Los defensores del medio ambiente que sufren el mayor riesgo de abuso por parte de autoridades y antagonistas privados incluyen mujeres, granjeros y pueblos indígenas. No tenemos tolerancia para tales abusos de poder e injusticia: los defensores del medio ambiente tenemos también la responsabilidad de defender los derechos de aquellos junto a quienes luchamos.

Estamos en un punto de inflexión en el que, para preservar un mundo habitable por debajo de los 1,5 grados, debemos actuar ahora. Debemos presionar a nuestros gobiernos, instituciones financieras y organismos internacionales para implementar una transición justa a un mundo impulsado por energías renovables. Con soluciones a mano y solidaridad, estamos más cerca que nunca de hacer realidad ese mundo irresistible que tenemos a nuestro alcance.