El mundo está sumido en una crisis energética global. Cuando la invasión de Ucrania por parte de Rusia hizo que se derrumbara la dependencia europea del gas barato procedente de Rusia (link en inglés), los gobiernos, presos del pánico, volvieron sus ojos al continente africano para compensar el déficit. En mayo, la Comisión Europea anunció un plan de 210.000 millones de euros para acabar con su dependencia de los combustibles fósiles rusos. Entre las metas declaradas por REpowerEU figura el deseo de explorar el potencial de exportación de energía de los países africanos y también hay interés en el gas de Argentina, a pesar de las promesas hechas en la COP26 de abandonar los combustibles fósiles.

Los países africanos con importantes reservas de petróleo y gas ven la posibilidad de reemplazar a Rusia como principal proveedor de gas de Europa como una oportunidad. En mayo, 10 países africanos (link en inglés) firmaron un comunicado haciendo un llamado a la comunidad internacional para que apoyara el desarrollo de yacimientos de gas, enmarcándolo como un “combustible de transición” o gas “natural”. Sin embargo, la reclasificación simultánea por parte de Europa tanto de los proyectos de gas fósil como de los de energía nuclear como “verdes” (lo que los hace elegibles para préstamos y subsidios de bajo costo) es una señal de que su prioridad es su propia seguridad energética, lo que podría desviar las inversiones en gas de África e impedir la realización de la accesibilidad y asequibilidad de la energía para la población africana.

Algo similar sucede en Argentina. El gobernador Gutiérrez de la provincia de Neuquén, donde se encuentra una buena parte del megayacimiento de Vaca Muerta, expresó: “Como provincia productora de hidrocarburos, que tiene la segunda reserva de gas más importante del mundo y la cuarta de petróleo, nos interesa mucho poder conectar y llegar a Europa”. Con el objetivo de profundizar estas negociaciones, Gutiérrez recibirá esta semana al embajador de Alemania y más diplomáticos de países de la Unión Europea.

El gas fósil no es ‘natural’

El gas fósil no es un combustible “de transición” y tampoco es limpio. Invertir en desarrollos de gas supone un riesgo innecesario de bloqueo y de activos varados cuando ya existen alternativas más baratas (que seguirán siendo más baratas). Las centrales eléctricas de gas fósil, las fugas y venteos en la cadena de suministro de gas también emiten importantes gases de efecto invernadero. La continuación de la exploración de combustibles fósiles pone a África y Sudamérica (regiones más vulnerables al cambio climático) en riesgo de una mayor devastación causada por el empeoramiento de los impactos climáticos. No reemplazan de forma viable y segura a la energía de carbón, sino que desplazan a las nuevas energías renovables.

No aceptamos que la necesidad de hacer frente a la crisis energética se utilice para dar luz verde al desarrollo del gas en África, ni en Argentina, ni en cualquier otro país del Sur Global.

Estas regiones tienen un abundante potencial de energías renovables que, si se desarrolla, puede ayudar al continente a alcanzar sus metas energéticas y de desarrollo. África y Sudamérica necesitan explorar e invertir en soluciones de energías renovables sostenibles que sean buenas para las personas, la naturaleza y el clima.

Invertir los limitados recursos en gas fósil dejará varados los activos y las economías, al mismo tiempo que amenazará las posibles inversiones en energías renovables asequibles, de fácil implementación, accesibles y muy necesarias para las personas. En lugar de suministrar a Europa más combustibles fósiles perjudiciales para el clima, la agenda de desarrollo de África, Argentina y la emergencia climática nos hacen un llamado para que nos alejemos rápidamente de las tecnologías perjudiciales basadas en los combustibles fósiles y pasemos a un futuro de energías renovables.