EL MUNDO publica una entrevista a Bill McKibben
Por Carlos Fresneda:
La vida de Bill McKibben gira desde hace meses en torno a un número: 350. El autor de ‘El fin de la naturaleza’, uno de los libros pioneros en la lucha contra el cambio climático, ha decidido pasar a la acción y ha orquestado una campaña mundial para fijar la ‘línea seguridad’ en las 350 partes por millón (ppm) de CO2 en la atmósfera (el límite recomendado por la mayoría de los expertos). Desde su refugio otoñal en Vermont (EEUU), McKibben ha urdido una red global con el objetivo de hacer visible el «número del compromiso y de la esperanza». Desde la cordillera del Himalaya a las cumbres del Kilimanjaro y el Machu Pichu, desde las profundidades de Nueva Zelanda a las calles de Pekín y Barcelona, los ecos de ‘www.350.org’ resonarán en todo el planeta el próximo 24 de octubre.
PREGUNTA.- ¿Cuándo veremos un cambio real de Estados Unidos en la cuestión del cambio climático? ¿Hasta qué punto Obama no ha estado a la altura de lo que se esperaba?
RESPUESTA.- La verdad es que me siento muy frustrado. La elección de Obama supuso un gran impulso para el movimiento ecologista; teníamos la sensación de haber derribado un muro, de haber abierto las puertas a un abanico de grandes posibilidades… No me ha defraudado la postura de Obama sobre el cambio climático, pero sí la falta de acción real. Hasta el momento, no ha sabido comunicar la urgencia real del tema, ni ha hecho un intento para llegar a la opinión pública. Hasta que no se suba al Air Force One y lleve a los periodistas a Barrow, en Alaska (y de ahí, tal vez, a la estación de McMurdo en la Antártida), no sabremos si se está tomando en serio el tema.
P.- ¿No existe el riesgo de que la ley de cambio climático sea una víctima colateral de la reforma sanitaria?
R.- Podría resultar finalmente así. Todos pueden salir ‘quemados’ del Congreso este otoño. Mi frustración se extiende también hacia los congresistas y senadores: parecen incapaces de hincarle el diente a dos temas al mismo tiempo.
P.- ¿Qué le parece la ley del cambio climático aprobada por la Cámara de Representantes? ¿Qué cabe esperar del texto que debate el Senado?
R.- Parece que el texto que debate el Senado va a ser más fuerte, y recupera objetivos como la reducción del 20% de las emisiones en 2020, pero cabe la posibilidad de que sea debilitado como ocurrió en la Cámara. En cualquier caso, por algo hay que empezar. En este país llevamos 20 años sin una política del clima.
P.- ¿Volverá a interpretar Estados Unidos el papel del ‘malo’ de la película en Copenhague, como ocurrió en Kioto?
R.- Lo que está claro a estas alturas es que EEUU no va a liderar la cumbre de Copenhague. Veamos si al menos se avanza algo en las conversaciones bilaterales con China en noviembre, y si de ahí pueden salir las líneas maestras para un posible acuerdo… Pero lo máximo que podemos esperar es que mi país no sabotee la cumbre, que no intente torpedear lo que hagan otros. A nivel interno va a seguir habiendo muchas presiones para no firmar un tratado sobre cambio climático: no olvidemos que hace falta contar con el apoyo de dos tercios del Senado, y nadie prevé a estas alturas que 67 senadores se comporten de un modo racional.
P.- ¿Cuánto tiempo habrá que esperar pues para que exista realmente una respuesta y una acción colectiva en Estados Unidos?
R.- En eso estamos… Vivimos un momento de auténtica explosión del activismo, y va siendo hora de que cosechemos los resultados. La campaña 350.org surge precisamente a raíz de un movimiento, ‘Step it Up’, que recorrió el país para concienciar sobre el cambio climático al electorado durante las presidenciales. Decidimos ir más allá, y poner en marcha una movilización mundial para presionar en la recta final hacia la Cumbre de Copenhague. Buscamos un elemento unificador y lo encontramos en un número que simboliza la línea de seguridad común a todo el planeta.
P.- ¿350 es acaso el número fatídico?
R.- Es más bien el número del compromiso y la esperanza, el límite razonable admitido por la mayoría de los científicos. 350 partes por millón de CO2 es la cifra que, según el climatólogo de la NASA James Hansen, nos permitirá «preservar el planeta en un estado similar al que ha facilitado la civilización y al que se ha adaptado la vida en la Tierra».
P.- Pero andamos ya por encima de los 385…
R.- Ese es precisamente el reto: reducir las emisiones para quedarnos por debajo de la línea de seguridad. Si los políticos quieren jugar al tenis con el clima, van a tener que hacerlo a partir de ahora con una red y dentro de la línea de los 350 ppm. Es el único juego que podemos aceptar los ciudadanos… Antes de la revolución industrial, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era de 280 ppm. Con la progresión actual, avanzamos hacia los 465 a mediados de siglo. Los expertos aseguran que por encima de los 450 tendremos efectos catastróficos.
P.- ¿En qué consiste exactamente la campaña 350.org? ¿Qué ocurrirá el 24 de octubre?
R.- El 24-O será el día de acción. Tendremos 350 escaladores desplegando una pancarta en la cordillera del Himalaya, habrá 350 buceadores haciendo lo propio bajo el agua en la gran barrera coralina del Pacífico. Habrá un gran despliegue en la isla de Pascua y en otros lugares emblemáticos. En España hay programadas también varias acciones, como las 350 raciones de paella hechas con cocinas solares. Si todo funciona bien, el mundo hablará con una voz unánime y el efecto será tremendo. Puede que no ganemos la partida, porque nos estamos enfrentando a fuerzas muy poderosas, pero el mundo sabrá al menos lo que está en juego.
P.- Usted habló por primera vez del cambio climático en ‘El fin de la naturaleza’, hace 20 años ¿Cuánto hemos avanzado desde entonces?
R.- Han sido 20 años de oportunidades perdidas. Si hubiéramos empezado entonces, habríamos podido afrontar el reto de una manera gradual.
P.- En ‘Economía Profunda’ usted aboga por la reinvención de la economía desde lo local ¿Qué ocurrirá después de la crisis?
R.- La crisis más grande que hemos sufrido desde la Gran Depresión no es sólo la última herencia de la era Bush, sino el último estertor de un modelo que tenemos que abandonar. Los tiempos del crecimiento económico ilimitado quedaron atrás. Tenemos que ir más allá del crecimiento y construir un modelo que funcione para todos sin comprometer el futuro del planeta.