El 12 de diciembre de 2015, los gobiernos mundiales reunidos en París forjaron un histórico acuerdo sobre el clima. El pacto llegó tras dos semanas de intensas negociaciones y de oleadas de movilizaciones globales por parte del movimiento climático.
A pesar de todo lo que este pacto deja sin resolver y de que aún queda mucho trabajo por hacer, el Acuerdo de París envía por fin al mundo una señal de que la era de los combustibles fósiles ha llegado a su fin.
Ahora nos toca a nosotros cerrar la brecha entre la retórica y la realidad. Estamos preparados.
El acuerdo de París incluye un convenio para mantener el calentamiento global por debajo de 2 ºC, con un objetivo de 1,5 ºC, y alcanzar una neutralidad climática que requerirá la eliminación gradual de los combustibles fósiles en la segunda mitad de este siglo. Esto no es lo que esperábamos, pero aún así es un acuerdo que manda una clara señal: Es hora de mantener los combustibles fósiles bajo tierra, y es hora de que los inversores corten sus lazos con el carbón, el petróleo y el gas mediante la desinversión.
Este acuerdo representa un importante progreso — pero nuestro objetivo no es el progreso por sí mismo. Nuestro objetivo es un planeta justo y habitable.
Seguido al pie de la letra, el acuerdo deja a demasiada gente expuesta a la violencia de las subidas del nivel del mar, de tormentas cada vez más intensas y de mayores sequías. Deja demasiados resquicios abiertos que permiten desviar la adopción de medidas serias — a pesar del esfuerzo heroico de los líderes de las naciones vulnerables y de las comunidades que lucharon por un acuerdo en línea con la ciencia.
Pero las corporaciones mundiales del carbón, el petróleo y el gas no deberían confiarse. Este compromiso de 2 ºC obligaría a mantener bajo tierra el 80% de las reservas mundiales de combustibles fósiles, y aún más un objetivo de 1,5 ºC — además de requerir que los Estados se junten de nuevo cada 5 años para incrementar su ambición de alcanzar estas metas.
París no es el final de la historia, sino la conclusión de un capítulo particular. Ahora nos toca a nosotros reforzar esas promesas, asegurarnos de que se cumplan y, a continuación, acelerar la transición de los combustibles fósiles a un 100% de energías renovables.
El fin de semana previo al comienzo de las conversaciones sobre el clima, el mundo entero se alzó en un fin de semana de acción global. Más de 785 mil personas tomaron las calles en más de 2 mil 300 eventos en 175 países.
Desde el interior del recinto de Le Bourget, sede de la conferencia, el equipo de threefifty2pt0.staging.wpengine.com nos mantuvo informados de lo que sucedía en la mesa de negociaciones, y lanzó llamamientos a la acción en momentos clave. Aunque el acuerdo final estuvo plagado de concesiones, el movimiento popular se niega a transigir. No aceptamos nada menos que la justicia climática.
El día en que las conversaciones finalizaron, 10 mil personas volvieron a salir a las calles de París para decir la última palabra. Formaron una línea roja con sus cuerpos, con pancartas gigantes y con 5 mil tulipanes rojos — una línea que representaba a las víctimas presentes y pasadas de la crisis climática, así como nuestro compromiso colectivo de seguir luchando por las cosas que amamos. Los activistas en París inspiraron a miles de personas más en todo el mundo, que se reunieron en torno a eventos solidarios.
Siempre hemos sabido que el verdadero trabajo no acaba en París, así que el próximo año estamos preparándonos para llevar las cosas al siguiente nivel. Necesitamos mantener los combustibles fósiles bajo tierra, así que eso es lo que nos proponemos hacer.