Hay veces en las que es difícil encontrar las palabras, y cuando por fin las encuentras te parecen inadecuadas.
Les escribo desde Francia, con angustia en mi corazón. Después de los ataques del viernes pasado en París, el estado de ánimo general aquí es tenso. La gente está enfadada, y muchos tienen miedo. Muchos miembros de nuestro personal están en París para prepararse para las negociaciones climáticas en un par de semanas, y están muy afectados por el dolor de este momento.
Yo tengo el corazón roto — por las vidas perdidas en París, y por las perdidas en Beirut y Bagdad, que también sufrieron devastadores ataques a finales de la semana pasada. Está claro que ahora mismo el mundo tiene varias heridas.
Mientras nos esforzábamos por encontrar las palabras adecuadas y la respuesta correcta a los ataques del viernes por la noche, una cosa adquiere la máxima importancia para mí:
La próxima Cumbre del Clima de París es, un cierto modo, una cumbre de paz — quizás la cumbre de paz más importante que nunca se haya celebrado.
Ahora más que nunca necesitamos solidaridad global, y eso, realmente, es de lo que se trata este movimiento. Incluso cuando el cambio climático aviva las llamas del conflicto en muchas partes del mundo — a través de la sequía, los desplazamientos masivos y otros agravantes — un movimiento global que trasciende fronteras y diferencias culturales se está levantando para enfrentarse a esta amenaza existencial común.
Aferrémonos a esa solidaridad y a ese amor. Aprendamos de ello. Especialmente en un momento como este.
Los eventos de la noche del viernes fueron horribles y debemos condenar tal violencia de manera clara e inequívoca. Sus consecuencias, sin embargo, también han sido aterradoras, y debemos mantener una condena igual contra el instinto de combatir la violencia con más violencia. Es un ciclo tan antiguo como feo: tras la tragedia vienen los juicios apresurados, los chivos expiatorios, la xenofobia y la islamofobia, la culpa.
Hay un peligro real de que aquellos que ya han sido afectados tanto por la crisis climática como por las guerras tan íntimamente relacionadas con ella — migrantes, refugiados, comunidades pobres, y comunidades de color — sean marginados aún más.
Si hay algo que debemos resistir, es nuestro propio miedo y falta de visión. Ningún gobierno debería usar un momento como este para incrementar la cantidad de odio y miedo que hay en el mundo — sembrando sospechas, llamando a la guerra y reduciendo las libertades civiles de la gente en nombre de la seguridad. Este es un error que hemos visto demasiadas veces ya, agravar la tragedia con más tragedia.
La Cumbre del Clima de París, programada para empezar en un par de semanas, se va a llevar a cabo. El gobierno promete medidas de seguridad elevadas, lo que es comprensible, pero también preocupante.
Todavía no sabemos lo que los eventos del viernes por la noche significarán para nuestro trabajo en París. La coalición que está sobre el terreno está comprometida en trabajar con las autoridades francesas para ver si hay alguna manera de que la gran marcha que está planeada y otras manifestaciones puedan desarrollarse con seguridad. Compartimos completamente su preocupación sobre seguridad pública — tanto como nos oponemos a las medidas represivas contra las libertades civiles y las poblaciones minoritarias.
Nosotros sí sabemos que este movimiento global no puede ser y no será detenido:
Los planes programados para la Marcha Global del Clima en ciudades distintas a París para el 28 y 29 de noviembre también se llevarán a cabo, pase lo que pase. Le estaremos actualizando sobre si la Marcha Global del Clima programada para París el 29 de noviembre se estará llevando a cabo. Se nos ocurren pocas respuestas mejores a la violencia y el terror que el esfuerzo de este movimiento por la paz y la esperanza.
Esperamos que te unas a nosotros a finales de mes.
No podría haber un tiempo más importante para trabajar por la justicia climática, y la paz que esto puede traer.