No seremos escuchadxs, pero tenemos voces: Activistas climáticos del Sur Global convocan una nueva movilización mundial el próximo 25 de septiembre para enfrentar la injusticia climática – #FightClimateInjustice
El año pasado, millones de personas salieron a las calles a exigir acción climática. Lxs políticos y los medios de comunicación felicitaron a lxs jóvenes y nos presentaron como faros de esperanza. Sin embargo, la inacción de esos mismos líderes, hace que no haya ningún motivo de celebración. Para los jóvenes de las zonas más afectadas por la crisis climática, 2019 no fue un año de festividades: fue una lucha. Millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares y fue uno de los años más calurosos de los que se tiene constancia. La pandemia mundial ha demostrado que nuestro sistema no puede manejar ningún tipo de crisis. Ahora es la oportunidad perfecta para tener una recuperación justa y construir una mejor normalidad. En el Día Mundial de Acción Climática, el 25 de septiembre, seguiremos exigiendo acción y justicia climática, encabezadxs por los sectores más afectados.
Luchando por nuestro presente, no sólo por nuestro futuro. La crisis climática ya está acá. Incontables veces aquellos en poder nos felicitan porque “vamos a cambiar el futuro”. Sin embargo, el calentamiento global es un problema al que nos enfrentamos hoy mismo. Hemos visto las llamas furiosas y el estrés hídrico en América Latina y África, los huracanes aplastantes en el Caribe, las islas que se hunden en el Pacífico y las devastadoras inundaciones y lluvias que desplazan a millones de personas en el sudeste y sur de Asia.
Es en nuestros países donde el COVID-19 está golpeando con más fuerza. La gente se ve obligada a elegir entre trabajar, comer, pagar las facturas, o estar en casa, para protegerse, a riesgo de que le quiten sus hogares. A pesar de que nuestros países contribuyen tan poco a las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, esta es nuestra realidad: vivir constantemente con miedo, no sólo por defender nuestros territorios, sino también de la próxima calamidad. ¿Qué están haciendo los responsables históricos de la crisis climática? Estados Unidos, la Unión Europea, China: ustedes son los principales emisores. Chevron, Exxon, BP y Shell, ustedes son los principales contaminadores. Tienen una responsabilidad con todo el mundo, especialmente con nosotrxs, las Personas y Áreas más Afectadas (MAPA por sus siglas en inglés: “Most Affected People and Areas”) y aquellxs que vivimos en el Sur Global. Su inacción nos está llevando a la muerte. No pueden pretender que esperemos nuestro turno cuando se niegan a trabajar en la crisis que enfrentamos hoy. Mientras ustedes brillan por su ausencia, nosotrxs seguiremos luchando y trabajando mano a mano con lxs más vulnerables.
No seremos escuchadxs, pero tenemos voces. El Sur Global o las Personas y Áreas más Afectadas somos quienes padecemos los peores impactos de la crisis climática. A pesar de ser los más afectados por las catástrofes extremas, somos continuamente ignorados y subrepresentados en los lugares de poder. Existe una necesidad apremiante de que nuestras voces sean escuchadas en todo el mundo, especialmente en el movimiento climático global. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019, una activista climática de Argentina vio cómo los planes climáticos para apoyar a los países y personas más afectadas eran dejados de lado. Tuvo que luchar para ser escuchada cuando serlo debería ser un derecho y no un privilegio. Es fácil mantenernos al margen de las conversaciones porque se nos mantiene en la oscuridad y no se nos enseña que las inclemencias que enfrentamos son impactos de la crisis climática y que ésta es causada principalmente por países privilegiados. Estamos constantemente reducidos a las estadísticas y a las historias tristes – pero no somos eso.
No seremos prisionerxs de la injusticia. La presión de reducir las emisiones de dióxido de carbono y los residuos se impone al Sur Global cuando las industrias sucias y la producción de residuos que tienen lugar en nuestras naciones son financiadas por los países más privilegiados. Los desechos plásticos, un subproducto de la industria de los combustibles fósiles, se exportan a estados como Kenia y el resto de África, y los dirigentes nacionales son cómplices de este acto horrendo. Además de la destrucción del ambiente, los contaminadores también cometen numerosas violaciones de los derechos humanos, todas ellas al servicio de la codicia y la corrupción sólo para satisfacer sus intereses.
En 2019, 212 defensores ambientales fueron asesinados, y más de la mitad de estos asesinatos ocurrieron en sólo dos países: Colombia y Filipinas. Este es también el mayor número de casos anuales registrados, lo que hace que sea el año más mortífero para las personas que defienden sus tierras y la naturaleza. En medio de esta crisis planetaria, el sentido común dictaría que los que protegen el ambiente deberían ser ayudados, pero está ocurriendo lo contrario. América Latina y el Caribe han sido la región más peligrosa del mundo para los defensores ambientales desde 2012. Esta es la razón por la cual el Acuerdo de Escazú es sumamente importante porque garantiza la democracia ambiental y protege a los defensores de la tierra en la región.
Las desapariciones no denunciadas de personas indígenas en la India, Congo y otras partes de Asia, África y América Latina ocurren todos los días debido a los gobiernos represivos y las amenazas a la libertad de prensa. En lugar de políticas climáticas que nos permitan manejar mejor la emergencia que ya está ocurriendo, estamos viendo políticas como la Evacuación de Impacto Ambiental de 2020 en la India, la Seguridad Democrática en Colombia que ha promovido el conflicto armado y por lo tanto los asesinatos de líderes bajo esta política, y la Ley Antiterrorista en Filipinas que silencia activamente y pone en peligo las vidas de los activistas ambientales y climáticos con su vaga definición de terrorismo. Los países del Norte Global exigen que protejamos nuestra naturaleza porque han destruido la suya. Al mismo tiempo, ordenan el pago de exorbitantes deudas externas, lo que nos obliga a depender de las industrias y sistemas extractivistas para adquirir el dinero necesario.
Nuestros gobiernos quieren que creamos que todo estará bien después de la pandemia del COVID-19, pero no es así. El sistema no está roto, fue construido para ser injusto. Exigimos que los líderes mundiales, especialmente los de los países más privilegiados, históricamente responsables de la crisis climática, nos escuchen. Exigimos justicia climática. Exigimos a las empresas de petróleo que reduzcan drásticamente sus emisiones y exigimos reparaciones para los países que fueron colonizados y a los que no se les permitió industrializarse. Exigimos la rendición de cuentas de las empresas, la conservación de la biodiversidad y que se dé prioridad a las voces del Sur Global y de los defensores del ambiente en la elaboración de políticas públicas.
Es hora de una revisión de este problema sistémico. Hasta que el sistema actual de explotación e hiper-extractivismo no cambie, hasta que la crisis climática deje de ser una amenaza, prometemos seguir peleando. Seguiremos luchando por la justicia climática, por nuestras vidas y por las que nos han quitado. Contaminadores y grandes emisores de carbono: prepárense. Tenemos a la gente con nosotrxs. Haremos una movilización global (virtual en algunos lugares y presencial en otros) el 25 de septiembre para pedir justicia, para el presente, para las generaciones futuras y para nuestro planeta.
Autores: Mitzi Jonelle Tan – Youth Advocates for Climate Action Philippines, Disha Ravi – Fridays for Future India, Eyal Weintraub – Jóvenes Por El Clima Argentina, Nicki Becker – Jóvenes Por El Clima Argentina, Laura Muñoz – Fridays For Future Colombia, Sofía Gutiérrez – Fridays For Future Colombia, Sofía Hernández – Fridays For Future Costa Rica, Hyally Carvalho – Engajamundo, Adriana Calderón – Fridays For Future, Kevin Mtai – Africa Continental Coordinator Earth Uprising
*Carta publicada en inglés para la Agencia Reuters y traducida al español por el Diario Perfil.