Madrid, 15 de diciembre de 2019 — En la recta final de la COP25, los delegados nacionales fallaron una vez más a la hora de dar respuestas al desafío existencial de la crisis climática. Durante dos semanas, los negociadores retocaron las últimas partes del llamado “libro de reglas” del Acuerdo de París, el conjunto de disposiciones establecidas que deberían guiar la implementación del acuerdo climático de 2015. Prácticamente en cada punto del orden del día, algunos países grandes y poderosos —con intereses personales en el carbón, petróleo y gas— bloquearon tenazmente cualquier tipo de avance.
Esto es todo lo opuesto no solo a las demandas de acciones rápidas y radicales de parte de millones de personas que marcharon en las movilizaciones por el clima en 2019, sino también a las advertencias cada vez más preocupantes de científicos e investigadores.
May Boeve, directora ejecutiva de 350.org, emitió el siguiente comunicado: “Tras un año de movilizaciones por el clima, la COP25 fue otra gran decepción. Fue un año transformador para el movimiento climático, pero en 2020 tendremos que ser aún más numerosos, más ruidosos y más poderosos para lograr el cambio que necesitamos. Si nuestros políticos no toman las riendas de la situación, el pueblo lo hará”.
“Seamos claros. La única respuesta válida al desequilibrio climático es que los gobiernos se comprometan a empezar ya mismo a eliminar de forma progresiva los combustibles fósiles, incluidas las inversiones en esta industria letal. Este era el único parámetro real para tener éxito, y, otra vez, los políticos no pasaron la prueba y nos decepcionaron. Las propias negociaciones sobre el clima se convirtieron en otro punto muerto, donde los grandes contaminadores y los gobiernos bajo el dominio de la industria de los combustibles fósiles bloquearon o ralentizaron el proceso. Dada la ciencia, un punto muerto significa que todos estamos perdiendo. La brecha entre lo que sabemos que debe hacerse y lo que los políticos están dispuestos a hacer jamás ha sido tan grande. No hay excusa para esta vergonzosa falta de coraje y responsabilidad ni ninguna explicación racional, salvo el nocivo control de la industria de los combustibles fósiles sobre nuestros políticos”.
“L@s jóvenes activistas y l@s líderes indígenas de todas partes del mundo trajeron a las negociaciones climáticas la claridad moral que le hacía falta al proceso. En lugar de escucharlas, a estas personas se las echó a patadas de la puerta, literalmente, y a los lobistas se los dejó para que elaboren intrincadas reglas que oculten el hecho de que no se está haciendo lo suficiente”.
“Por este año, se terminaron las conversaciones por el clima, pero el activismo ciudadano no. Llevaremos nuestro activismo a casa, a las capitales, a los ministerios, a las sedes de los bancos y a la infraestructura de los combustibles fósiles en todas partes del mundo. Seguiremos marchando, e interrumpiendo y presionando a nuestros políticos. Y votaremos, y nos movilizaremos y nos haremos oír. No deja de crecer el apoyo en todas partes para las políticas climáticas que necesitamos. La gente quiere una transición justa que funcione para todos, las personas y el planeta, y en especial para los más vulnerables y afectados por la crisis existente.
Algunos dicen que el 2019 es el año de la protesta juvenil por el cambio climático, pero todavía no han visto nada.”
###
* Tan solo en los últimos meses, varios informes de organizaciones de investigación y organismos de la ONU confirmaron que si queremos evitar que el planeta se caliente por encima de los 1,5 °C, necesitamos empezar a reducir las emisiones globales a una tasa del 7,6 % anual desde ahora hasta el 2030 (UNEP). Sin embargo, los planes climáticos actuales nos dirigen a 3,2 °C, y el mundo se encamina a producir un 120 % más de combustibles fósiles de que lo que sería compatible con limitar el calentamiento a 1,5 °C (UNEP e Instituto Ambiental de Estocolmo). Mientras tanto, las emisiones globales continúan en ascenso, y los indicios y efectos del cambio climático —como el aumento del nivel de los océanos, la pérdida de hielo y los fenómenos climáticos extremos— subieron en los últimos cinco años (WMO).