1. Se está calentando.
Ahora mismo, la temperatura media anual del planeta ha aumentado aproximadamente1,1 °C sobre niveles preindustriales.
Crisis alimentarias, escasez hídrica, desplazamientos y conflictos. Los efectos de la crisis climática ya están en todas partes y afectan profundamente a las personas, sobre todo a las que viven en las zonas o condiciones sociales más vulnerables, que suelen ser las que menos contribuyeron a agravar esta situación de emergencia.
el planeta se está calentando, nosotrxs somos la causa y de nosotrxs depende resolver esta crisis si queremos garantizar un futuro habitable y equitativo para todas las personas.
Ahora mismo, la temperatura media anual del planeta ha aumentado aproximadamente1,1 °C sobre niveles preindustriales.
La Tierra siempre ha experimentado ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento, pero no como los que estamos observando ahora. Los diez años más cálidos de la historia han sido todos posteriores al año 2000 y los récords se han ido superando año tras año. No solo esto;según el IPCC “cada una de las últimas cuatro décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquiera de las que la precedieron desde 1850”.
El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad confirma que, al ritmo actual, el mundo podría superar los 1,5 °C de temperatura ya en 2040. Solo faltan veinte años para que eso ocurra, lo que no es mucho para la mayoría de las personas que viven hoy en día. Incluso si se cumplieran los compromisos actuales de los gobiernos de todo el mundo de reducir las emisiones para 2030, seguiríamos en vías de alcanzar un aumento de 2,7 °C a finales de siglo.
El aumento de las temperaturas no solo significa que hace más calor. El clima de la Tierra es complejo: incluso un pequeño aumento de la temperatura media global implica grandes cambios, con muchos efectos secundarios peligrosos y la posibilidad de producir graves desequilibrios en ecosistemas enteros. Los estudios demuestran que superar el umbral de 1,5 °C podría desencadenar varios “puntos de inflexión” para nuestros sistemas climáticos y que “estos cambios podrían provocar efectos abruptos, irreversibles y peligrosos, con graves repercusiones para la humanidad”.
1,5 °C es el umbral de temperatura crucial que fijó en 2015 el Acuerdo de París. Incluso las pequeñas variaciones de temperatura marcan la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas (nuestro Dossier de la Gente sobre 1,5 °C contiene más razones por las que debemos contener el calentamiento en ese límite). Si cumplimos las predicciones de aumento de 2,7 °C, lxs científicxs sostienen que conllevaría “un calor imposible de soportar durante partes del año en las zonas tropicales y subtropicales. La biodiversidad se vería enormemente mermada, la seguridad alimentaria disminuiría y los fenómenos meteorológicos extremos superarían la capacidad que tienen la mayoría de las infraestructuras urbanas para afrontarlos”.
GRÁFICO. SERIES TEMPORALES DE LA NASA: DE 1884 A 2021
Los seres humanos están provocando el cambio climático, sobre todo mediante la quema de combustibles fósiles. El aumento de las temperaturas está relacionado, de manera casi exacta, con la emisión de gases de efecto invernadero.
Antes de que se empezase a quemar carbón, petróleo y gas en las zonas industriales de Occidente en el siglo XVIII, nuestra atmósfera normalmente contenía 280 partes por millón de dióxido de carbono. Esas son las condiciones “en las que se desarrolló la civilización y a las que está adaptada la vida en la Tierra”.
A medida que el uso de combustibles fósiles se extiende por el mundo, la cantidad de carbono en la atmósfera se dispara. En 2002, estábamos en 365 ppm de CO2 en la atmósfera y, tan solo 20 años después, estamos superando las 420 ppm.
Al mismo tiempo, la demanda de ganadería por parte de los países más ricos ha provocado un rápido aumento de otros gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso. La contribución de la ganadería causa alrededor del 15 % de las emisiones globales. La quema de combustibles fósiles sigue siendo, con mucho, lo que más contribuye al problema: fue responsable del 89 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético en 2021. A esto se suma el hecho de que el dióxido de carbono permanece activo en la atmósfera mucho más tiempo que el metano y otros gases de efecto invernadero.
Las compañías de combustibles fósiles están extrayendo reservas de carbono que llevaban millones de años almacenadas bajo tierra en forma de fósiles y liberándolas a la atmósfera. Mantener los combustibles fósiles en el suelo es la medida más importante que podemos tomar para evitar un empeoramiento del cambio climático.
Fuente: NOAA
Un abrumador 99 % de lxs científicxs está de acuerdo en que las emisiones humanas de gases de efecto invernadero están causando el cambio climático. No hay ningún debate significativo sobre la ciencia climática básica.
El conocimiento de que más dióxido de carbono en la atmósfera significaría un calentamiento del clima data de la década de 1890. Los ataques a la credibilidad de la ciencia climática los perpetúan intereses particulares como la industria de los combustibles fósiles, que sigue inyectando dinero para crear incertidumbre sobre nuestra comprensión del cambio climático. Solo entre el Acuerdo de París de 2015 y 2019, las cinco mayores compañías petroleras han gastado 1 000 millones de dólares en conjunto tanto en publicidad engañosa como en grupos de presión en materia climática.
La compañía petrolera Exxon supo del impacto del cambio climático en la década de 1970 y sabía que hacer algo al respecto repercutiría en su rentabilidad. En consecuencia, se unió al ataque del sector contra la verdad y creó un falso debate que impidió que se actuara durante décadas. Lo mismo puede decirse de Total Energies: los historiadores han descubierto que el gigante petrolero sabía que su actividad principal estaba provocando el calentamiento global hace casi 50 años. Sin embargo, ocultaron la verdad, financiaron la desinformación y mintieron a sus accionistas y al público. Ahora sabemos que Exxon, Total y otras compañías han actuado para proteger su infraestructura del cambio climático durante décadas al tiempo que luchaban contra las medidas que habrían protegido a todxs lxs demás.
Exxon quería que nos creyéramos sus mentiras, pero para eso habría que desacreditar a lxs científicxs y a quienes trabajamos en el tema. Los conocimientos indígenas, tradicionales y locales nos han estado advirtiendo de que el clima está cambiando y de que nuestra forma de relacionarnos con el planeta no es sostenible.Más del 24 % de las tierras más vírgenes del planeta las gestionan comunidades locales o pueblos indígenas. Y, como Ailton Krenak, líder indígena y escritor de Brasil, ha señalado, “la gente cree que el cambio climático es algo de cara al futuro, pero nosotrxs lo vivimos en el interior de nuestros bosques desde hace mucho tiempo. […] Nuestra forma de vida en cualquier lugar de la Tierra se basa en la interacción constante entre las personas y la naturaleza. Cada pueblo indígena responde de diferentes maneras a la destrucción de la base natural de nuestras vidas a causa de los procesos de colonización. Lo hacemos con lo que queda de nuestros recuerdos y tradiciones y esto constituye nuestra cosmovisión y alimenta nuestra resistencia”.
Si prestamos atención a lo que nos dicen lxs científicxs y las comunidades más afectadas y no a los engaños de la industria de los combustibles fósiles, el mensaje es claro: los seres humanos somos los causantes de la rápida irrupción del cambio climático, que ya está teniendo costosas repercusiones en todo el mundo: económicas, medioambientales, sociales y humanas. La mejor manera de detenerlo es mantener los combustibles fósiles bajo tierra y acelerar una transición justa hacia un futuro limpio, justo y liderado por las comunidades en beneficio de todxs.
Aquí NO CABE “debate”. Lxs científicxs se movilizan para exigir medidas contra el cambio climático. Créditos: Road to Paris
1,1 °C de calentamiento ya ha supuesto efectos devastadores para las personas y el planeta. Y estos impactos golpean con más fuerza a algunxs de nosotrxs.
Según el informe más reciente del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, entre 3 300 y 3 600 millones de personas aproximadamente viven en contextos muy vulnerables al cambio climático. El informe también afirma que entre el 50 % y el 75 % de la población mundial puede verse expuesta a períodos de “condiciones climáticas que pongan en peligro su vida” de aquí a 2100, especialmente en relación con el aumento del calor y las precipitaciones.
La producción de alimentos se ve muy afectada por el calentamiento global. El rendimiento que se obtiene de los granos, por ejemplo, plantea una disminución de la producción. La inseguridad alimentaria y la escasez hídrica pueden provocar crisis humanitarias, conflictos y desplazamientos que afectan de forma desigual a distintas zonas del mundo: se observan efectos desproporcionados especialmente en partes de África, Asia, América Central y del Sur, pequeñas islas y el Ártico.
Las estaciones están cambiando y son cada vez más impredecibles, lo que dificulta a los agricultores saber cuándo plantar y cosechar. Las proyecciones muestran que, incluso si nos mantenemos cerca del umbral de 1,5 °C en 2100, el 8 % de las tierras de cultivo del mundo actual dejarán de ser aptas. La producción piscícola de las zonas tropicales de África también sufrirá una reducción que puede ir del 3 % al 41 %, lo que agravará la crisis alimentaria, ya que la vida marina es la principal fuente de proteínas para cerca de un tercio de los habitantes del continente.
Las desigualdades sociales dentro de los países y entre ellos se acentuarán conforme los efectos de la crisis climática golpeen con más fuerza. Los grupos sociales vulnerables, “entre ellos las mujeres, los jóvenes, los ancianos, las minorías étnicas y religiosas, los pueblos indígenas y los refugiados” tienen más probabilidades de sufrir con mayor dureza los efectos de la crisis climática, ya que están más expuestos a la escasez de alimentos y de agua, la pobreza, los problemas de salud, los conflictos y la violencia derivados del cambio climático.
El IPCC afirma que la diferencia entre 1,5 °C y 2 °C de aumento de la temperatura global podría suponer más de 10 millones de emigrantes adicionales por el aumento del nivel del mar. Las personas de cualquier parte del mundo tienen derecho a buscar las mejores condiciones posibles para vivir y prosperar. Sin embargo, los desplazamientos involuntarios producto de fenómenos climáticos (principalmente, inundaciones y tormentas) ya han afectado a más de 20 millones de personas al año desde 2008.
La adaptación a estas y otras nuevas realidades surgidas del caos climático es inevitable y crucial, pero también pone de manifiesto las desigualdades en todo el mundo. Los esfuerzos han sido parciales y se han distribuido de forma desigual. Según lxs científicxs: “siguen existiendo importantes brechas de adaptación, especialmente entre las poblaciones con menores ingresos. Al ritmo actual de planificación y aplicación, estas brechas seguirán creciendo [y] el mundo hoy en día no está preparado para los efectos del cambio climático que se avecinan, sobre todo por encima de 1,5 °C de calentamiento global”.
La ciencia del cambio climático no deja lugar a dudas. Nuevos estudios e informes confirman lo que sabemos desde hace décadas: el aumento de la frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos es consecuencia del cambio climático. Es malo para todxs nosotrxs; y, para algunxs, aún peor.
Pie de foto: mapa interactivo que muestra cómo afecta el cambio climático a los fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. Fuente: CarbonBrief
Uno de los hallazgos más claros de la ciencia del clima es que el calentamiento global amplifica la intensidad, duración y frecuencia de las olas de calor, las sequías y los incendios forestales.
Pie de foto: en 2022, Europa ha vivido temperaturas extremas. Londres (Reino Unido)
alcanzó la cifra récord
de 40 °C durante el verano. Los incendios forestales arrasaron partes de España y Portugal y decenas de
miles de personas resultaron desplazadas. Créditos: NOAA
La atmósfera y los océanos de nuestro planeta se están calentando diez veces más rápido que en ningún otro momento de los últimos 65 millones de años. Esta aceleración se ha hecho más notoria en los últimos 20 años.
Mapa que destaca en marrón las regiones en las que se prevé un empeoramiento de las sequías como consecuencia del cambio climático. Fuente: IPCC.
El calentamiento está aumentando la gravedad de las sequías. Una atmósfera más cálida absorbe más agua del suelo, lo que incrementa la posibilidad de sequías y supone una presión mayor para las plantas. La ONU ha advertido de que "más de 50 millones de personas en África Oriental se enfrentarán a una grave inseguridad alimentaria" en 2022 debido a cuatro años consecutivos de escasez de lluvia. Para muchos países de la región, la sequía ha sido la peor de los últimos 40 años. Si no reducimos las emisiones de forma sustancial e inmediata, el pronóstico es que "un tercio de la superficie terrestre sufrirá al menos una sequía moderada en 2100".
Los incendios forestales también son un indicador del rápido calentamiento de la atmósfera. El informe más reciente del IPCC sostiene que "una cuarta parte de la superficie natural del planeta registra ahora temporadas de incendios más largas como consecuencia del aumento de la temperatura, la aridez y la sequía".
En 2021, un aumento del 30 % de la aridez del suelo y unas temperaturas récord han provocado en Turquía un súbito incremento de la extensión de bosques quemados. Los incendios forestales han asolado California (EE. UU.)durante más tiempo y con mayor intensidad en los últimos años. En 2020, se detectaron más de 200 000 incendios en Brasil, principalmente en las regiones del Pantanal, Cerrado y Amazonas; un 15 % más que el año anterior y es probable que se vuelvan cada vez más frecuentes
Aunque en tierra firme se está registrando un calentamiento récord, la mayor parte de la energía calorífica adicional que queda atrapada en nuestra atmósfera se está acumulando en las profundidades de nuestros océanos. Esto provoca vertiginosos cambios y el deterioro de ecosistemas clave.
Pie de foto: la extensión del hielo marino del Ártico en verano disminuye un 12,6 % por década a causa del calentamiento global. Fuente:NSIDC/NASA
Desde 1955, más del 90 % de la energía atrapada en la atmósfera por el aumento de los gases de efecto invernadero la han absorbido los océanos y su ritmo de calentamiento ha aumentado de forma significativa con el paso del tiempo.
Debido al calentamiento de los océanos y la atmósfera, la cantidad de hielo en la Tierra está disminuyendo desde los glaciares hasta el Ártico y la Antártida. Esto supone un aumento del nivel del mar, lo que reduce la capacidad de la Tierra de reflejar energía calorífica de vuelta al espacio y pone en peligro ecosistemas únicos.
Desde que comenzaron los registros por satélite hace cuatro décadas, el hielo marino del Ártico ha sufrido un dramático retroceso y ha perdido de media el 13 % de su masa cada década. Toda la región ártica está sufriendo cambios drásticos que amenazan el hábitat de innumerables especies y el sustento de muchas comunidades indígenas. Es muy probable que las graves nevadas catastróficas estén relacionadas con el rápido aumento de las temperaturas polares, al igual que las mortales olas de calor estivales y las intensas inundaciones.
La capa de hielo de la Antártida también está experimentando cambios a medida que aumenta la temperatura de los océanos, aunque a un ritmo más lento que en el Ártico. Al ser la mayor reserva de agua dulce del mundo, la Antártida tiene el potencial de contribuir intensamente al aumento del nivel del mar, que permanecería cercano a cero con un calentamiento de hasta 1,5 °C, pero saltaría rápidamente a al menos 2 metros si superáramos los 2 °C. La diferencia que podemos marcar ahora mismo manteniendo los combustibles fósiles bajo tierra es asombrosa: si actuamos hoy, podemos conservar la capa de hielo de la Antártida prácticamente intacta.
Los glaciares también son muy sensibles a los cambios de temperatura y, como consecuencia del cambio climático, experimentan en todo el mundo un retroceso irreversible. El retroceso de los glaciares en los Himalayas, los Andes, el Ártico, los Alpes del Sur de Nueva Zelanda y otros lugares representa importantes pérdidas y amenazas para las personas y la fauna, ya que constituyen una importante fuente de agua durante todo el año para muchas ciudades y ecosistemas de todo el mundo.
Al calentarse, el agua se expande. Este simple fenómeno, junto con la afluencia de agua a los océanos por el deshielo de las regiones polares y de los glaciares del mundo, está provocando un rápido aumento del nivel del mar. Basta una pequeña subida para que se produzcan drásticos daños y cambios como mareas vivas y marejadas ciclónicas que se adentran más en tierra firme.
Las proyecciones muestran que "los fenómenos extremos vinculados al nivel del mar que antes ocurrían una vez cada 100 años podrían suceder todos los años a finales de este siglo" en varios lugares del mundo. Actualmente, el nivel del mar sube unos 3,7 mm/año, pero este ritmo está aumentando con el tiempo más allá de los altibajos interanuales.
Si mantenemos los combustibles fósiles bajo tierra y limitamos el calentamiento a menos de 2 °C, tenemos la oportunidad de contener la subida del nivel del mar en unos 50 cm para 2100. Debido a que el 37 % de la población mundial vive cerca de la costa, es mucho lo que está en juego.
Antes de la década de 1980, no había indicios de ningún blanqueo de coral a nivel global en los diez mil años anteriores y, probablemente, durante mucho más tiempo. Ha sido los últimos 35 años cuando ha empezado a ocurrir. Desde la Gran Barrera de Coral hasta las Islas de Andamán en el océano Índico, los que antes eran arrecifes de coral llenos de vida y colores brillantes se han vuelto blancos decolorados y luego marrones turbios cuando se han muerto y se han cubierto de algas. (Más información sobre nuestra campaña La Escena del Crimen del Arrecife de Coral.)
Los arrecifes albergan aproximadamente el 25 % de las especies marinas. La muerte masiva de corales pone en peligro la vida o el sustento de 1 000 millones de personas en todo el mundo que se benefician directa o indirectamente de estos ecosistemas. Si las emisiones de gas de efecto invernadero continúan fuera de control, acabaremos con la mayoría de los arrecifes de coral del mundo en cuestión de décadas.
Siempre ha habido tormentas, huracanes y tifones, pero, por culpa del cambio climático de origen humano, ahora provocan lluvias más intensas, más inundaciones, mayores marejadas ciclónicas y vientos más fuertes.
Según el AR6 del IPCC, "se ha detectado un aumento de la intensidad y frecuencia de precipitaciones diarias récord en gran parte de la superficie terrestre, donde existen buenos registros observacionales, y esto solo puede explicarse si se debe a aumentos de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero provocadas por el ser humano". La conexión es clara: por cada grado extra de calentamiento, la atmósfera retiene alrededor de un 7 % más de vapor de agua. A más vapor de agua en la atmósfera, más energía, que alimenta las precipitaciones y altera las zonas en las que se producen las tormentas.
En 2022, 33 millones de personas padecieron las mortales inundaciones en Pakistán después de que los monzones azotaran el país con precipitaciones casi un 800 % por encima de lo habitual. En 2021, las aguas tomaron las calles de ciudades de Alemania y Países Bajos en uno de los temporales más violentos del último siglo, que se cobró más de doscientas vidas. En 2016, las aguas inusualmente cálidas del Caribe provocaron la intensificación increíblemente rápida del huracán Matthew, que pasó de tormenta tropical a categoría 5 en tan solo 36 horas y causó estragos en Haití, Cuba, Bahamas y el sureste de Estados Unidos a medida que avanzaba.
Las consecuencias de quemar más combustibles fósiles son muy reales: — las tormentas, los huracanes, los tifones y los ciclones serán más mortales y costosos. Mantener los combustibles fósiles bajo tierra es la mejor manera de proteger a la gente de una destrucción incalculable.
El clima impregna todos los aspectos de nuestras vidas; las consecuencias de un planeta más cálido repercutirán en nuestro bienestar de diversas maneras y afectarán, sobre todo, a las comunidades vulnerables.
Se considera que el cambio climático es uno de los mayores riesgos para la salud humana. Según la Organización Mundial de la Salud, es probable que cause unas 250 000 muertes al año entre 2030 y 2050, en especial por malnutrición, malaria, diarrea y estrés térmico.
Pie de foto: el cambio climático afecta la salud tanto de forma directa como indirecta. Fuente: OMS
Es más difícil cultivar, transportar y almacenar alimentos en un clima más cálido. Además, el cambio climático también afectará de lleno a la calidad y disponibilidad del agua. Estas tendencias perjudicarán sobre todo a las poblaciones pobres, lo que acentuará la desigualdad en todo el mundo y dentro de los países. Según el informe más reciente del IPCC, la cifra de personas que pasarán hambre en 2050 oscilará entre 8 y 80 millones; las poblaciones del África subsahariana, Asia meridional y América central serán las más castigadas. Asimismo, "a escala mundial, se prevé que entre 800 y 3 000 millones de personas sufran escasez hídrica crónica debido a las sequías en caso de un calentamiento de 2 °C, y hasta aproximadamente 4 000 millones en caso de un calentamiento de 4 °C".
Una de las consecuencias más evidentes del calentamiento del clima es también el estrés térmico. Para 2100, el porcentaje de la población mundial expuesta a un calor mortal aumentará sin duda (del 30 % actual a entre un 48 y un 76 %). Las cifras, sin embargo, dependen de nuestra capacidad de reducir las emisiones. En Europa, por ejemplo, el número de personas en riesgo de sufrir estrés térmico será 2 o 3 veces mayor en un mundo 3 °C más cálido en comparación con un calentamiento de 1,5 °C. El estrés térmico se vincula a afecciones como la deshidratación, la insuficiencia orgánica, las enfermedades cardiovasculares e incluso la muerte y afecta con más gravedad a las poblaciones más vulnerables como las mujeres, lxs ancianxs y las comunidades más pobres.
Pie de foto: hembra del mosquito Aedes albopictus capaz de propagar el virus del Zika. (Fotografía: James Gathany/CDC) Fuente: PHIL
El aumento de las temperaturas también está ampliando las zonas en las que son comunes las enfermedades que transmiten los mosquitos como el zika, la malaria y el dengue. Un informe de The Lancet publicado en 2022 concluyó que "los períodos en los que la malaria podía transmitirse aumentaron un 32 % en extensión en las zonas altas de América y un 15 % en África" en comparación con la década de 1950. Las probabilidades de que alguien se infecte de dengue también aumentaron un 12 % en el mismo periodo. Además, el AR6 del IPCC demuestra que "se prevé que 1 000 millones de personas más estarán en riesgo de exposición al dengue en 2080 en un escenario de calentamiento medio y 5 000 millones en un escenario de calentamiento elevado".
Los fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, huracanes, olas de calor o incendios forestales) están relacionados con el aumento de la violencia y "pueden desencadenar trastornos de estrés postraumático, ansiedad y depresión". Cada vez más personas se verán expuestas a la pérdida de sus hogares, actividades comerciales y vidas debido a unas condiciones meteorológicas más extremas. "Todas estas afecciones tienen profundos efectos, a menudo a largo plazo, sobre la salud mental". Organizarnos y unir nuestras fuerzas para presionar por una acción climática inmediata es la mejor manera de garantizar que las generaciones futuras tengan la oportunidad de prosperar.
El calentamiento de la atmósfera está cambiando el ritmo de las estaciones, la distribución de los hábitats y moviendo las zonas de clima más cálido hacia los polos.
Un estudio basado en 976 plantas y animales concluyó que el 47 % de ellos habían sufrido extinciones locales como consecuencia de cambios inducidos por el clima. Por su parte, el informe más reciente del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad es muy contundente: "las amenazas para las especies y los ecosistemas de los océanos, las regiones costeras y las terrestres, especialmente en los puntos críticos de biodiversidad, representan un riesgo global que aumentará con cada décima de grado de calentamiento adicional".
Olas de calor, incendios forestales, sequías e inundaciones cada vez más frecuentes, prolongadas y graves están haciendo difícil la existencia de muchas especies de plantas y animales y las están llevando más allá de sus umbrales de tolerancia o de sus capacidades de adaptación. No es tan "simple" como, por ejemplo, la desaparición de los osos polares: los ecosistemas están interconectados y la extinción o migración de una sola especie puede tener efectos en cascada inesperados e impredecibles. Todo eso afecta a los seres humanos porque la perturbación de la naturaleza reduce su "capacidad de proporcionar los servicios esenciales de los que dependemos para sobrevivir como la protección de las costas, el suministro de alimentos o la regulación del clima mediante la captación y el almacenamiento de carbono".
Cerca de la mitad de las especies del mundo ya se han visto afectadas de alguna manera. Animales y plantas ya están cambiando sus hábitats más hacia los polos, a mayores altitudes o a aguas oceánicas más profundas para huir del clima extremo. Ahora mismo, cerca del 12 % de los 8 millones de especies de animales y plantas de la Tierra está en peligro de extinción y se enfrenta a un declive masivo, rápido y sin precedentes que también se debe al cambio climático. Los estudios demuestran que a medida que aumente el calentamiento global, esas cifras empeorarán: con 2 °C para 2100, cerca del 18 % de todas las plantas y animales que viven en tierra firme estará en peligro de extinción; pero, si el mundo se calienta hasta 4,5 °C, "casi la mitad de todas las especies de plantas y animales de las que tenemos registros se verán amenazadas".
La conservación de la naturaleza va de la mano de la crisis climática: tanto a la hora de sufrir sus consecuencias como a la hora de ser parte de la solución que garantice un futuro habitable a los seres humanos. Lxs científicxs afirman que "si se restauran los ecosistemas que se han deteriorado y se conserva de forma eficaz y equitativa entre el 30 % y el 50 % de los hábitats terrestres, oceánicos y de agua dulce de la Tierra, la sociedad podrá beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para captar y almacenar carbono".
El cambio climático ya está alterando las estaciones, afectando a los hábitats y modificando zonas climáticas; está extinguiendo especies y poniendo en dificultades a los agricultores. Mantener los combustibles fósiles bajo tierra es la mejor manera de proteger hábitats y medios de vida esenciales.
Los datos básicos de la crisis climática son desalentadores: la inmensa mayoría de las reservas de combustibles fósiles deben permanecer bajo tierra para que podamos mantenernos por debajo de 1,5 °C de calentamiento, pero sabemos que las compañías de combustibles fósiles no van a ceder sin antes dar pelea.
Estas son las buenas noticias:
La crisis climática está ocurriendo ahora mismo y nos afecta a todxs, pero no todxs la sufrimos por igual; acentúa las desigualdades e impregna todos los aspectos de nuestra vida: alimentación, empleo, salud, derechos humanos. Las únicas soluciones reales son las que están basadas en la justicia y priorizan a las personas y las comunidades.Un mundo más allá de los combustibles fósiles es también un mundo con derechos sociales, laborales, raciales, migratorios y de género más equitativos tanto dentro como fuera de las fronteras de cada país.
En 350.org, creemos y luchamos por un clima más seguro y un futuro mejor en el que todxs podamos prosperar. ¡Por eso te necesitamos con nosotrxs en esta lucha!