Inundaciones, incendios forestales, tormentas tropicales y sequías.

Crisis alimentarias, escasez hídrica, desplazamientos y conflictos. Los efectos de la crisis climática ya están en todas partes y afectan profundamente a las personas, sobre todo a las que viven en las zonas o condiciones sociales más vulnerables, que suelen ser las que menos contribuyeron a agravar esta situación de emergencia.

La ciencia es bien clara:

el planeta se está calentando, nosotrxs somos la causa y de nosotrxs depende resolver esta crisis si queremos garantizar un futuro habitable y equitativo para todas las personas.

1. Se está calentando.

Ahora mismo, la temperatura media anual del planeta ha aumentado aproximadamente1,1 °C sobre niveles preindustriales.

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Índice de temperatura global (NASA)

La Tierra siempre ha experimentado ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento, pero no como los que estamos observando ahora. Los diez años más cálidos de la historia han sido todos posteriores al año 2000 y los récords se han ido superando año tras año. No solo esto;según el IPCC “cada una de las últimas cuatro décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquiera de las que la precedieron desde 1850”.

El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad confirma que, al ritmo actual, el mundo podría superar los 1,5 °C de temperatura ya en 2040. Solo faltan veinte años para que eso ocurra, lo que no es mucho para la mayoría de las personas que viven hoy en día. Incluso si se cumplieran los compromisos actuales de los gobiernos de todo el mundo de reducir las emisiones para 2030, seguiríamos en vías de alcanzar un aumento de 2,7 °C a finales de siglo.

El aumento de las temperaturas no solo significa que hace más calor. El clima de la Tierra es complejo: incluso un pequeño aumento de la temperatura media global implica grandes cambios, con muchos efectos secundarios peligrosos y la posibilidad de producir graves desequilibrios en ecosistemas enteros. Los estudios demuestran que superar el umbral de 1,5 °C podría desencadenar varios “puntos de inflexión” para nuestros sistemas climáticos y que “estos cambios podrían provocar efectos abruptos, irreversibles y peligrosos, con graves repercusiones para la humanidad”.

1,5 °C es el umbral de temperatura crucial que fijó en 2015 el Acuerdo de París. Incluso las pequeñas variaciones de temperatura marcan la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas (nuestro Dossier de la Gente sobre 1,5 °C contiene más razones por las que debemos contener el calentamiento en ese límite). Si cumplimos las predicciones de aumento de 2,7 °C, lxs científicxs sostienen que conllevaría “un calor imposible de soportar durante partes del año en las zonas tropicales y subtropicales. La biodiversidad se vería enormemente mermada, la seguridad alimentaria disminuiría y los fenómenos meteorológicos extremos superarían la capacidad que tienen la mayoría de las infraestructuras urbanas para afrontarlos”.

GRÁFICO. SERIES TEMPORALES DE LA NASA: DE 1884 A 2021

Pie de foto: serie temporal interactiva que muestra la temperatura media del planeta, desde 1884 hasta 2021. Fuente: Estudio de visualización científica de la NASA (NASA Time Series)

2. Somos nosotrxs.

Los seres humanos están provocando el cambio climático, sobre todo mediante la quema de combustibles fósiles. El aumento de las temperaturas está relacionado, de manera casi exacta, con la emisión de gases de efecto invernadero.

Antes de que se empezase a quemar carbón, petróleo y gas en las zonas industriales de Occidente en el siglo XVIII, nuestra atmósfera normalmente contenía 280 partes por millón de dióxido de carbono. Esas son las condiciones “en las que se desarrolló la civilización y a las que está adaptada la vida en la Tierra”.

A medida que el uso de combustibles fósiles se extiende por el mundo, la cantidad de carbono en la atmósfera se dispara. En 2002, estábamos en 365 ppm de CO2 en la atmósfera y, tan solo 20 años después, estamos superando las 420 ppm.

Al mismo tiempo, la demanda de ganadería por parte de los países más ricos ha provocado un rápido aumento de otros gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso. La contribución de la ganadería causa alrededor del 15 % de las emisiones globales. La quema de combustibles fósiles sigue siendo, con mucho, lo que más contribuye al problema: fue responsable del 89 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético en 2021. A esto se suma el hecho de que el dióxido de carbono permanece activo en la atmósfera mucho más tiempo que el metano y otros gases de efecto invernadero.

Las compañías de combustibles fósiles están extrayendo reservas de carbono que llevaban millones de años almacenadas bajo tierra en forma de fósiles y liberándolas a la atmósfera. Mantener los combustibles fósiles en el suelo es la medida más importante que podemos tomar para evitar un empeoramiento del cambio climático.

Fuente: NOAA

3. Estamos segurxs.

Un abrumador 99 % de lxs científicxs está de acuerdo en que las emisiones humanas de gases de efecto invernadero están causando el cambio climático. No hay ningún debate significativo sobre la ciencia climática básica.

El conocimiento de que más dióxido de carbono en la atmósfera significaría un calentamiento del clima data de la década de 1890. Los ataques a la credibilidad de la ciencia climática los perpetúan intereses particulares como la industria de los combustibles fósiles, que sigue inyectando dinero para crear incertidumbre sobre nuestra comprensión del cambio climático. Solo entre el Acuerdo de París de 2015 y 2019, las cinco mayores compañías petroleras han gastado 1 000 millones de dólares en conjunto tanto en publicidad engañosa como en grupos de presión en materia climática.

La compañía petrolera Exxon supo del impacto del cambio climático en la década de 1970 y sabía que hacer algo al respecto repercutiría en su rentabilidad. En consecuencia, se unió al ataque del sector contra la verdad y creó un falso debate que impidió que se actuara durante décadas. Lo mismo puede decirse de Total Energies: los historiadores han descubierto que el gigante petrolero sabía que su actividad principal estaba provocando el calentamiento global hace casi 50 años. Sin embargo, ocultaron la verdad, financiaron la desinformación y mintieron a sus accionistas y al público. Ahora sabemos que Exxon, Total y otras compañías han actuado para proteger su infraestructura del cambio climático durante décadas al tiempo que luchaban contra las medidas que habrían protegido a todxs lxs demás.

Exxon quería que nos creyéramos sus mentiras, pero para eso habría que desacreditar a lxs científicxs y a quienes trabajamos en el tema. Los conocimientos indígenas, tradicionales y locales nos han estado advirtiendo de que el clima está cambiando y de que nuestra forma de relacionarnos con el planeta no es sostenible.Más del 24 % de las tierras más vírgenes del planeta las gestionan comunidades locales o pueblos indígenas. Y, como Ailton Krenak, líder indígena y escritor de Brasil, ha señalado, “la gente cree que el cambio climático es algo de cara al futuro, pero nosotrxs lo vivimos en el interior de nuestros bosques desde hace mucho tiempo. […] Nuestra forma de vida en cualquier lugar de la Tierra se basa en la interacción constante entre las personas y la naturaleza. Cada pueblo indígena responde de diferentes maneras a la destrucción de la base natural de nuestras vidas a causa de los procesos de colonización. Lo hacemos con lo que queda de nuestros recuerdos y tradiciones y esto constituye nuestra cosmovisión y alimenta nuestra resistencia”.

Si prestamos atención a lo que nos dicen lxs científicxs y las comunidades más afectadas y no a los engaños de la industria de los combustibles fósiles, el mensaje es claro: los seres humanos somos los causantes de la rápida irrupción del cambio climático, que ya está teniendo costosas repercusiones en todo el mundo: económicas, medioambientales, sociales y humanas. La mejor manera de detenerlo es mantener los combustibles fósiles bajo tierra y acelerar una transición justa hacia un futuro limpio, justo y liderado por las comunidades en beneficio de todxs.

Aquí NO CABE “debate”. Lxs científicxs se movilizan para exigir medidas contra el cambio climático. Créditos: Road to Paris

4. Es malo.

1,1 °C de calentamiento ya ha supuesto efectos devastadores para las personas y el planeta. Y estos impactos golpean con más fuerza a algunxs de nosotrxs.

Según el informe más reciente del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, entre 3 300 y 3 600 millones de personas aproximadamente viven en contextos muy vulnerables al cambio climático. El informe también afirma que entre el 50 % y el 75 % de la población mundial puede verse expuesta a períodos de “condiciones climáticas que pongan en peligro su vida” de aquí a 2100, especialmente en relación con el aumento del calor y las precipitaciones.

La producción de alimentos se ve muy afectada por el calentamiento global. El rendimiento que se obtiene de los granos, por ejemplo, plantea una disminución de la producción. La inseguridad alimentaria y la escasez hídrica pueden provocar crisis humanitarias, conflictos y desplazamientos que afectan de forma desigual a distintas zonas del mundo: se observan efectos desproporcionados especialmente en partes de África, Asia, América Central y del Sur, pequeñas islas y el Ártico.

Las estaciones están cambiando y son cada vez más impredecibles, lo que dificulta a los agricultores saber cuándo plantar y cosechar. Las proyecciones muestran que, incluso si nos mantenemos cerca del umbral de 1,5 °C en 2100, el 8 % de las tierras de cultivo del mundo actual dejarán de ser aptas. La producción piscícola de las zonas tropicales de África también sufrirá una reducción que puede ir del 3 % al 41 %, lo que agravará la crisis alimentaria, ya que la vida marina es la principal fuente de proteínas para cerca de un tercio de los habitantes del continente.

Las desigualdades sociales dentro de los países y entre ellos se acentuarán conforme los efectos de la crisis climática golpeen con más fuerza. Los grupos sociales vulnerables, “entre ellos las mujeres, los jóvenes, los ancianos, las minorías étnicas y religiosas, los pueblos indígenas y los refugiados” tienen más probabilidades de sufrir con mayor dureza los efectos de la crisis climática, ya que están más expuestos a la escasez de alimentos y de agua, la pobreza, los problemas de salud, los conflictos y la violencia derivados del cambio climático.

El IPCC afirma que la diferencia entre 1,5 °C y 2 °C de aumento de la temperatura global podría suponer más de 10 millones de emigrantes adicionales por el aumento del nivel del mar. Las personas de cualquier parte del mundo tienen derecho a buscar las mejores condiciones posibles para vivir y prosperar. Sin embargo, los desplazamientos involuntarios producto de fenómenos climáticos (principalmente, inundaciones y tormentas) ya han afectado a más de 20 millones de personas al año desde 2008.

La adaptación a estas y otras nuevas realidades surgidas del caos climático es inevitable y crucial, pero también pone de manifiesto las desigualdades en todo el mundo. Los esfuerzos han sido parciales y se han distribuido de forma desigual. Según lxs científicxs: “siguen existiendo importantes brechas de adaptación, especialmente entre las poblaciones con menores ingresos. Al ritmo actual de planificación y aplicación, estas brechas seguirán creciendo [y] el mundo hoy en día no está preparado para los efectos del cambio climático que se avecinan, sobre todo por encima de 1,5 °C de calentamiento global”.

La ciencia del cambio climático no deja lugar a dudas. Nuevos estudios e informes confirman lo que sabemos desde hace décadas: el aumento de la frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos es consecuencia del cambio climático. Es malo para todxs nosotrxs; y, para algunxs, aún peor.

Pie de foto: mapa interactivo que muestra cómo afecta el cambio climático a los fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. Fuente: CarbonBrief