1. Se está calentando.
Ahora mismo, la temperatura media global ha aumentado aproximadamente un grado centígrado sobre niveles preindustriales.
Ahora mismo, la temperatura media global ha aumentado aproximadamente un grado centígrado sobre niveles preindustriales.
Un grado centígrado puede no parecer un gran incremento de temperatura, pero esa es la diferencia entre la vida y la muerte para miles de personas.
La Tierra siempre ha experimentado ciclos de calentamiento y enfriamiento, pero no como lo que estamos viendo ahora. Los cinco años más cálidos jamás registrados son 2016, 2015, 2017, 2018 y 2014.
Y el aumento de temperaturas no significa sólo que cada vez haga más calor. El clima de la Tierra es complejo – incluso un pequeño incremento en las temperaturas medias globales siginifica grandes cambios, con muchos efectos secundarios peligrosos.
Los seres humanos están causando el cambio climático, sobre todo quemando combustibles fósiles.
Las temperaturas están relacionadas, de manera casi exacta, con la emisión de gases de efecto invernadero.
Antes de que los humanos de las zonas industriales de occidente empezasen a quemar carbón, petróleo y gas en el siglo XVIII, nuestra atmósfera contenía, típicamente, 280 partes por millón de dióxido de carbono.
Ahora, al tiempo que el uso de combustibles fósiles se expande por el mundo, la cantidad de carbono en la atmósfera se está disparando – ya estamos bastante por encima de las 415 partes por millón de CO2 en la atmósfera.
Al mismo tiempo, el rápido aumento en la demanda de productos ganaderos en los países más ricos ha supuesto un rápido crecimiento de otros gases de efecto invernadero, como el metano y el óxido nitroso. La contribución agrícola y ganadera causa aproximádamente el 15% of las emisiones globales. La quema combustibles fósiles sigue suponiendo, con mucha diferencia, la mayor contribución al problema: en 2017, cerca del 70% de las emisiones anuales procedieron del uso de combustibles fósiles y otros procesos industriales. Esto es agravado por el hecho de que el dióxido de carbono se mantiene activo en la atmósfera mucho más tiempo que el metano y otros gases de efecto invernadero.
Las compañías de combustibles fósiles están tomando carbono, acumulado durante millones de años bajo la tierra en forma de combustibles fósiles, y liberándolo a la atmósfera. En 2019, la concentración de CO2 en la atmósfera superó las 415 ppm por primera vez en al menos 2,5 millones de años.
Mantener los combustibles fósiles bajo tierra es el paso más importante que podemos dar para prevenir más cambio climático.
Niveles de CO2 a lo largo de la historia — fíjense en el brusco pico al final. (fuente: Scripps Institution of Oceanography)
Una abrumadora mayoría del 97% de los científicos están de acuerdo en que las emisiones humanas de gases de efecto invernadero causan el cambio climático. No hay debate sobre la ciencia básica del cambio climático.
Científicos durante la Marcha Popular del Clima de 2014 en Nueva York.
El conocimiento de que más CO2 en la atmósfera significa un calentamiento del clima data de la década de 1890. Los ataques a la credibilidad de la ciencia climática los perpetúan intereses particulares, incluyendo los de la industria de los combustibles fósiles, que sigue bombeando dinero para crear incertidumbre sobre nuestro conocimiento del cambio climático. Desde la firma del Acuerdo de París, en 2015, las cinco mayores empresas petroleras del mundo han gastado, de forma combinada, más de 1.000 millones de dólares en cambios de imagen engañosos o lobbying relacionado con el clima.
La compañía petrolera Exxon supo del impacto del cambio climático en la década de 1970, y sabía que la acción tendría un efecto en sus beneficios. En consecuencia, se unieron al ataque del sector sobre la verdad, creando un falso debate que impidió la acción durante décadas. Ahora sabemos que Exxon y otras compañías, como Shell, han actuado para proteger su infraestructura del cambio climático durante décadas — al tiempo que se enfrentaban a las acciones que nos hubieran protegido al resto de nosotros.
También es importante escuchar el conocimiento indígena, tradicional y local. En muchos lugares del mundo, ancianos y líderes comunitarios están compartiendo su conocimiento sobre como están cambiando los ecosistemas.
Si prestamos atención a lo que nos dicen los científicos, y no a los engaños de la industria de los combustibles fósiles, el mensaje está claro: Los humanos estamos causando el cambio climático, que ya supones costosos impactos en todo el mundo. La mejor manera de detenerlo es mantener los combustibles fósiles bajo tierra y acelerar hacia una transición justa hacia un 100% de energías libres y renovables.
Mapa global de impactos climáticos de climatesignals.org
Un grado de calentamiento ya ha supuesto impactos devastadores en todo el planeta.
El rendimiento global de los granos ha descendido un 10% debido a las olas de calor y las inundaciones conectadas al cambio climático, desatando el hambre y la migración. Más de un millón de habitantes de zonas costeras han sido desplazados de sus casas debido a la subida del nivel del mar y a tormentas cada vez más fuertes. Para 2030, unos 400 millones de personas, que vivirán en megaciudades costeras, estarán en peligro.
La ciencia del cambio climático no deja lugar a dudas. El informe publicado en 2018 por el IPCC confirmó lo que sabíamos desde hace décadas: el incremento en la frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos extremos es consecuencia del cambio climático.
Nuestro Dossier de la Gente sobre 1,5ºC tiene más información sobre las razones para contener el calentamiento en ese límite.
Uno de los hallazgos más claros de la ciencia climática es que el calentamiento global amplifica la intensidad, duración y frecuencia de eventos de calor extremo.
Tras caminar durante semanas para escapar de la sequía en Somalia, una niña se encuentra entre tumbas en el campamento de refugiados de Dadaab, Kenia. (Foto: Andy Hall/Oxfam)
La atmósfera y los océanos de nuestro planeta se están calentando diez veces más rápido que en ningún otro momento de los últimos 65 millones de años. Esto ha sido especialmente notable los últimos veinte años, ya que desde 1998 han tenido lugar los diez años más calurosos jamás registrados.
Médicos tratan a un hombre por golpe de calor y deshidratación severa en Bhopal Madhya Pradesh, India, durante la ola de calor de 2015 que acabó con la vida de más de 2.300 personas. (Foto: Sanjeev Gupta/EPA)
Incluso un pequeño incremento de temperatura tiene consecuencias mortales: desde que empezamos a quemar combustibles fósiles, la temperatura media global se ha incrementado en 1 grado centígrado, causando un aumento dramático en la frecuencia de olas de calor.
Esa temperatura ha contribuído a mortíferas olas de calor y sequías más severas, así como extendido el alcance de los incendios forestales. En 2015, India experimentó la peor ola de calor de su historia, con la pérdida de más de 2.300 vidas. Aunque las olas de calor son un evento anual en la India, el calentamiento global ha hecho que las olas más recientes sean más calientes y, en consecuencia, más mortíferas. Lee más sobre el papel de los combustibles fósiles en la causa de las olas de calor.
El calentamiento aumenta la severidad de las sequías. Una atmósfera más caliente absorbe más agua del suelo, incrementando las posibilidades de que se den las condiciones para una sequía. En 2015 y 2016, la sequía y las crecientes temperaturas dejaron a 36 millones de personas en manos del hambre en África Oriental y Meridional. La sequía ha sido la peor en la historia reciente de Etiopía. Lee más sobre el papel de los combustibles fósiles en la causa de las sequís.
Un incendio forestal en Fort McMurray, Alberta, Canadá, quemó 590.000 hectáreas, destruyendo alrededor de 2.400 edificios y hogares y provocando daños por valor de 9.000 millones de dólares.) (Foto: Jupm Studios)
Los incendios forestales también son un indicador de que nuestra atmósfera está cada vez más caliente. Un invierno extremadamente seco, combinado con altas temperaturas fuera de temporada alimentaron devastadores incendios forestales en América del Norte en 2016. Entre estos se incluyen, los devastadores incendios de Fort McMurray -- que supusieron el desastre más caro de la historia de Canadá, con pérdidas que se espera que alcancen los 3.580 millones de dólares.
Aunque en tierra firme se está registrando un calentamiento récord, la mayor parte de la energía calorífica extra que queda atrapada en nuestra atmósfera se está acumulando en lo profundo de nuestros océanos. Esto está causando cambios rápidos y el declive de ecosistemas clave en nuestros océanos.
Blanqueo de coral en febrero de 2016 en la Isla de Heron, cerca del extremo sur de la Gran Barrera de Coral. (Foto: Richard Vevers / The Ocean Agency)
Desde 1955, más del 90% de la energía capturada por la atmósfera como resultado del aumento de gases de efecto invernadero ha sido absorbida por los océanos.
Antes de la década de 1980 no había señales de ningún evento de blanqueo de coral en los diez mil años anteriores, y probablemente mucho más tiempo. El blanqueo de coral solamente ha ocurrido en los últimos 35 años. Desde entonces, prácticamente todos los lugares que tienen arrecifes de coral han sufrido blanqueo masivo. Desde la Gran Barrera de Coral hasta las Islas Andamán en el Océano Índico, los que alguna vez fueron brillantes arrecifes de colores, llenos de vida, se han transformado en esqueletos blancos, y después marrones, al morir y ser cubiertos por algas. (Lea más sobre nuestra campaña La Escena del Crimen del Arrecife de Coral aquí.)
Como Laurie Raymundo, una científica marina de Guam, dijo:
“Me considero bastante objetiva y lógica en cuanto a la ciencia. Pero a veces ese enfoque me falla. Hoy, por la primera vez en los 50 años que he estado en el agua, lloré durante una hora, dentro de mi máscara, al ser testigo de hasta que punto nuestros preciosos corales de Tumon Bay se estaban blanqueando y muriendo".
Los arrecifes son el hábitat de, aproximadamente, el 25% de todas las especies marinas. La muerte masiva de los corales supondría arriesgar la forma de vida de 500 millones de personas y bienes y servicios por valor de 375.000 millones de dólares cada año. Si las emisiones de gas de efecto invernadero continúan fuera de control, acabaremos con la mayoría de los arrecifes de coral del mundo en cuestión de décadas.
Al calentarse, el agua se expande. Este fenómeno tan simple, junto al vertido de agua procedente del deshielo de las regiones polares y los glaciares del mundo, está provocando un rápido ascenso del nivel del mar.
Vegetación muerta causada por la intrusión de agua salada y sequía en el atolón Ailuk, en las Islas Marshall, en 2013. (Foto: PACC)
Sólo se necesita una pequeña subida del nivel del mar para causar daños y cambio dramáticos - al tiempo que mareas enormes y temporales afectan a zonas del interior. En algunas islas, como Tuvalu y las Islas Marshall, el aumento del nivel del mar está causando eventos de desborde de aguas, en los cuales los cuales el océano cubre la isla durante la pleamar. Esto causa que el agua salada inunde los acuíferos, acabando con la posibilidad de cultivar importantes vegetales y destruyendo el suministro de agua dulce.
El gobierno de Fiji ya está trabajando en la reubicación de 64 pueblos debido a los impactos del ascenso del nivel del mar, mientras que otros 830 pueblos se consideran de alto riesgo y podrían también ser reubicados. El pueblo indígena de Shishmaref en Alaska ha votado a favor de la reubicación debido a la subida del nivel del mar.
La tasa actual de subida del nivel del mar es de aproximádamente 3,4 mm/año, pero esta cifra crece con el tiempo, además de sufrir fluctuaciones anuales. En este momento no podemos detener la subida del nivel del mar, pero si actuamos ahora para mantener los combustibles fósiles bajo tierra, podemos limitar su alcance para los próximos siglos.
La diferencia es que podemos tener un ascenso del nivel del mar de otros 50 cm si mantenemos los combustibles fósiles bajo tierra, contra 10 metros o más si no lo hacemos y permitimos que el calentamiento supere los 2ºC. Con el 37% de la población mundial viviendo cerca de la costa, el riesgo es elevado.
Las tormentas y las lluvias torrenciales siempre han ocurrido, pero con el calor añadido a la atmósfera y los océanos debido a las emisiones de gases de efecto invernadero, las tormentas ahora tienen lugar con cada vez más energía acumulada y una mayor carga de humedad.
Equipos de rescate ayudan a residentes de Nan'an, al sureste de la provincia china de Fujian, en septiembre de 2016. (Foto: Xinhua)
Por cada grado centígrado (ºC) adicional de calentamiento, la atmósfera contiene alrededor de un 7% más de vapor de agua. Tan sólo en los últimos 25 años, los satélites han medido un aumento del 4% en el vapor de agua atmosférico, de acuerdo con el rápido calentamiento de la atmósfera.
Debido al cambio climático causado por los humanos, las tormentas, ciclones, huracanes y tifones que vemos hoy suponen más lluvia, lo que causa más inundaciones, así como vientos más fuertes y temporales mayores.
Residentes que se negaron a ser evacuados con antelación, sentados en botes caseros durante las operaciones de evacuación del suburbio parisino de Villeneuve-Trillage, el 3 de junio de 2016. (Foto: Christian Hartmann)
Se ha sabido que las inundaciones de junio de 2016 en París y sus alrededores se han hecho al menos un 40% - y hasta un 90% - más probables debido al cambio climático. Las inundaciones fueron tan severas que incluso el famoso Museo del Louvre tuvo que ser evacuado.
Las inundaciones de junio y julio de 2016 en China, que mataron a más de 833 personas, destruyeron más de 400.000 viviendas y desplazaron a más de 6 millones de personas, fueron empeoradas significativamente por el cambio climático de origen humano.
Las aguas inusualmente cálidas (atribuibles al calentamiento global) de septiembre de 2016 en el Caribe condujeron a la increíblemente rápida intensificación del Huracán Matthew, lo cual es consistente con la tendencia observada de rápida intensificación de huracanes tropicales. En tan solo 36 horas, el Huracán Mattew pasó de tormenta tropical a huracán de Categoría 5, sembrando el caos a su paso por Haití, Cuba, Bahamas y el Sudeste de Estados Unidos.
El coste de quemar más combustibles fósiles es muy real y hará que las tormentas, los huracanes, los tifones y los ciclones sean más mortales y costosos. Mantener los combustibles fósiles bajo tierra es la mejor manera de proteger a las personas de una destrucción incalculable.
Debido al calentamiento de los océanos y la atmósfera, las masas de hielo de la Tierra están en declive - tanto los glaciares como el Ártico y la Antártida. Esto está suponiendo un aumento del nivel del mar, reduciendo la capacidad de la Tierra de reflejar energía calorífica de vuelta al espacio, y poniendo en peligro ecosistemas únicos.
Desde el comienzo de los registros de satélite hace 37 años, el hielo marino del Ártico ha sufrido un declive dramático, perdiendo una media del 3,7% de su masa cada década. Toda la región ártica está sufriendo cambios drásticos que amenazan el hábitat vital de incontables especies (sí, incluyendo a los osos polares) y la forma de vida de muchas comunidades indígenas.
En 2016, el hielo marino del Océano Glacial Ártico siguió derritiéndose durante el invierno polar -- la primera vez que se observa algo así en la historia moderna. Algunas zonas estaban 20 grados centígrados más calientes de lo habitual. Los inviernos con ventiscas severas están muy probablemente relacionados con el rápido aumento de las temperaturas polares, así como mortíferas olas de calor en verano e intensas inundaciones.
La capa de hielo de la Antártida también está sufriendo cambios al tiempo que las temperaturas oceánicas suben, aunque más despacio que en el Ártico. Siendo la mayor reserva mundial de agua dulce, la Antártida tiene el potencial de contribuir a más de un metro de subida del nivel del mar antes del año 2100 y más de 15 metros antes del año 2500 si las emisiones no se reducen. Investigaciones recientes muestran que la contribución de la Antártida al aumento del nivel del mar es cercana a cero para un calentamiento de hasta 1,5 grados centígrados, y después pasa de golpe a al menos 2 metros, cuando el calentamiento es aproximádamente de 2 grados centígrados.
La diferencia que podemos marcar ahora, manteniendo los combustibles fósiles bajo tierra, es impresionante: si actuamos ahora, podemos mantener la capa de hielo Antártico casi intacta, pero si no lo hacemos, comenzará a deslizarse de forma irreversible hacia el océano, causando daños por el valor de billones de dólares a personas de todo el mundo.
Los glaciares son muy sensibles a los cambios de de temperatura, y como resultado del cambio climático, están batiéndose en una retirada irreversible. Los glaciares proporcionan una fuente de agua durante todo el año a muchos pueblos y ciudades en todo el mundo.
Durante la estación seca una cuarta parte del suministro de agua de la capital de Bolivia, La Paz, ha procedido históricamente de glaciares. Pero en 2016, las presas alimentadas por glaciares casi se secaron, ya que los glaciares están despareciendo rápidamente. Como señala un informe del Instituto Medioambiental de Estocolmo, su declive es rápido e irreversible:
"Un glaciar en la montaña de Chacaltaya, que una vez fue el emplazamiento de la estación de esquí más alta del mundo, ha desaparecido por completo. Y los dos glaciares Tuni-Condorini que suministran agua a El Alto y La Paz perdieron un 39% de su superficie entre 1983 y 2006 - a un ritmo de 0,24 kilómetros cuadrados por año."
El declive de los glaciares en el Himalaya, los Andes, el Ártico, Nueva Zelanda, los Alpes Meridionales y otros lugares supone costos significativos y amenazas para las personas y la fauna salvaje, que ha contado, históricamente, con su estabilidad durante todo el año.
Ya que los glaciares son tan sensibles a cambios de temperatura pequeños, incluso si detuviéramos las emisiones ahora, muchos glaciares aún desaparecerían. Pero actuar ahora, manteniendo los combustibles fósiles bajo tierra, puede aún salvar muchos glaciares.
El calentamiento de la atmósfera está cambiando el ritmo de las estaciones, la distribución de hábitats y moviendo zonas de clima más cálido hacia los polos.
Hembra del mosquito Aedes albopictus, que transmite el virus del Zika. (Foto: James Gathany/CDC)
La expansión de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el Zika y el dengue, está aumentando al tiempo que zonas tropicales y subtropicales se mueven hacia los polos, agrandando las zonas de hábitat de los mosquitos. Mientras la Tierra continúe calentándose, las enfermedades tropicales seguirán expandiéndose.
La cantidad de hábitat disponible para los ecosistemas templados y de tundra está disminuyendo a medida que las zonas climáticas tropicales y subtropicales se expanden, empujando especies como los osos polares hacia la extinción.
Los patrones migratorios también están cambiando. Por ejemplo, se ha observado durante la última década que muchas aves migratorias migran semanas antes de lo normal.
Las estaciones están cambiando y volviéndose más impredecibles, haciendo que sea más difícil para los agricultores conocer el momento idóneo para plantar y cosechar. Estudios recientes han mostrado que las condiciones estivales en Europa ahora llegan 10 días más temprano que hace 40 años.
Un comentario sobre el frío extremo:
Las situaciones meteorológicas de frío inusual o nevadas intensas suelen suscitar el comentario de los negacionistas, que afirman que el cambio climático no está ocurriendo. Pero esto no es cierto:
El cambio climático ya está cambiando las estaciones, afectando a los hábitats y modificando zonas climáticas, extinguiendo especies y poniendo en dificultades a los agricultores. Mantener los combustibles fósiles bajo tierra es la mejor manera de proteger importantes hábitats y formas de vida.
Los datos básicos de la crisis climática son siniestros: La abrumadora mayoría de las reservas de combustibles fósiles tienen que permanecer bajo tierra para que no superemos los 1,5ºC* de calentamiento y las compañías de combustibles fósiles no se van a rendir sin luchar.
Pero hay buenas noticias:
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The last cooler-than-average month was in October 1965. (Climate Central)
CO2 levels throughout history — note the sharp spike at the end. (source: Scripps Institution of Oceanography)