Sabemos que la industria de los combustibles fósiles está detrás de las consecuencias climáticas que destrozan nuestro planeta. Desde las sequías hasta los ciclones tropicales, todo el sistema diseñado para obtener beneficios de la quema de hidrocarburos es responsable de los peores efectos del calentamiento global. Sin embargo, este tipo de combustibles afecta la vida de las personas de muchas maneras, y aquí hay una más: los combustibles fósiles generan inflación.

Para dejarlo en claro y que no queden dudas: la inflación es cuando los precios de los bienes y servicios que compran los hogares suben sistemáticamente y durante un cierto tiempo. Por lo general, la inflación se mide en un país y año a año, pero también puede considerarse mes a mes o trimestre a trimestre.

Los combustibles fósiles generan inflación

Aunque la inflación mide los precios que pagan los hogares, eso no significa que los precios de los suministros industriales no importen, porque si estos suben, el precio de los productos finales también suele hacerlo. Así, por ejemplo, si el precio del hierro sube, también lo hace el precio del acero, y también los precios de los suministros para la construcción, y también los precios de la vivienda. En una economía globalizada, la inflación es una reacción en cadena.

En esta cadena, hay un eslabón concreto que genera inflación más que otros: el precio del petróleo y del gas. Esto sucede porque nuestras economías son adictas a los combustibles fósiles en todos los niveles: movilidad, producción de energía, agricultura y producción de bienes. Cuando los precios del petróleo y del gas suben, todos los demás precios tienden a subir. En realidad, los altos precios de los combustibles fósiles son históricamente inseparables de la inflación y de las crisis económicas. Mark Zandi, economista jefe de la agencia de calificación crediticia Moody’s, dijo en un artículo para Vox que “todas las recesiones desde la Segunda Guerra Mundial han sido precedidas por un salto en los precios del petróleo”.

Por ejemplo, justo antes de la crisis financiera de 2008, los precios del petróleo subieron hasta 160 dólares estadounidenses por barril, casi el doble que los precios de 2007 y también casi el doble del precio promedio de los siguientes 4 años. Lo mismo ocurrió entre 1999 y 2000. Y en los años 90, justo después de que los precios del petróleo se dispararan un 135%, lo que desencadenó otra recesión en Estados Unidos. Y la lista sigue y sigue.

Desvincularnos a nosotros mismos y a nuestras economías de la industria de los combustibles fósiles protegería nuestro planeta, así como nuestros bolsillos.

 

Los factores que determinan los precios de los combustibles fósiles son muchos y diversos. Sin embargo, la mayoría de las veces surgen directamente de los países productores, que suben y bajan la producción, inundando o vaciando el mercado. Esto se utiliza a menudo como herramienta política, y empuja a millones de personas a un estado de desesperación.

Ahora bien, aunque los países productores son quienes dan el puntapié inicial, no son del todo culpables de la inflación. A fin de cuentas, son las compañías de combustibles fósiles las que fijan los precios del mercado, y lo hacen con fines de lucro, con el claro propósito de mantener sus obscenos márgenes de beneficio a costa del sufrimiento de la gente, y todo esto mientras se mantiene la crisis humanitaria y planetaria que se está gestando.

SAN FRANCISCO, CALIFORNIA– El 8 de septiembre de 2018, pocos días antes de la Cumbre Mundial de Acción Climática, miles de personas se congregaron en San Francisco para la marcha Únete por el Clima, los Trabajos y la Justicia a fin de exigir una eliminación gradual de la extracción de combustibles fósiles y una transición justa hacia una economía de energía 100% renovable. Foto de Brooke Anderson | Survival Media Agency

 

Romper con el ciclo

Existe una solución: abandonar los combustibles fósiles.

Es cierto que esto no está exento de problemas: hay que hacerlo rápido y de forma justa. Puede que veamos subir los precios de algunos productos, como algunos metales, a medida que aumenta la demanda, pero nada que tenga ni remotamente el mismo impacto que tienen los precios de los combustibles fósiles. Y, desde luego, veremos cómo algunos intentan detener o desbaratar una transición justa. Por eso, necesitamos construir nuevos sistemas energéticos que antepongan las personas y el planeta a los beneficios y que no reproduzcan las prácticas injustas y peligrosas de nuestra actual economía basada en los combustibles fósiles.

Al crear sistemas de energía limpia más descentralizados, liderados por la comunidad y centrados en las personas, nos aseguramos de que nadie pueda controlar el interruptor de la “inflación” de la economía y utilizarlo en beneficio propio. Garantizamos comunidades resilientes y prósperas que no tengan que enfrentarse a crisis humanitarias para satisfacer la codicia de las viejas compañías fósiles.

Estamos dejando atrás la era de los combustibles fósiles. Al liberarnos del carbón, del petróleo y del gas, y sustituirlos por fuentes de energía renovables, protegemos nuestro planeta y nuestra economía.