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El brote de Ébola está “fuera de control” en algunas zonas de Africa Occidental, confirmó el Centro Para Control y Prevención Enfermedades estadounidense. ¿Podría el cambio climático acelerar la propagación de este virus mortal? Tal vez, pero los vínculos son complicados, según la limitada literatura científica sobre el tema.

El Ébola es una enfermedad causada por el virus homónimo. Los científicos aún desconocen el origen de la enfermedad y cómo curarla. Saben que el virus se transmite por contacto con animales infectados.

En la mayoría de los casos, el brote de Ébola comienza cuando los seres humanos comen carne de animales silvestres infectados -como murciélagos y monos- que se cocinan y se utilizan para el sustento en las regiones donde la comida es escasa.

Organizaciones científicas y de salud sostienen desde hace mucho tiempo que el cambio climático plantea riesgos para la salud humana, que el calentamiento puede ampliar la gama de enfermedades transmitidas por el aire y por el agua.

Por ejemplo, dado que prospera en agua caliente, se descubrió que el cólera se correlaciona con el aumento de temperatura de la superficie del mar.

Y mientras todos esperan que las medidas de adaptación, como la mejora de la atención médica y las vacunas, podrían controlar la propagación, enfermedades como  la malaria, el dengue y la enfermedad de Lyme se expanden en áreas geográficas a medida que aumenta la temperatura global, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

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Sin embargo, la conexión entre el cambio climático y el ébola es más complicada, porque está relacionado con los cambios en las características de precipitación, y no directamente con la temperatura.

Un estudio publicado en 2002 en la revista la revista de Ingeniería Fotogrametría y Teledetección encontró que los cambios repentinos de condiciones secas a húmedas se asocian con los brotes de Ébola entre 1994 y 1996 en el África tropical.

Mientras aumente el calentamiento, las precipitaciones extremas aumentarán. Los períodos de sequías serán más frecuentes en algunas regiones, y lo mismo ocurrirá con las lluvias intensas. Presumiblemente esas zonas con variación de precipitaciones -con cambios abruptos de períodos húmedos a secos- serían más vulnerables a brotes de Ébola.

Pero proyectar cambios en la precipitación en la escala regional es difícil. Sobre Africa, el pronóstico es complejo. Se prevé una disminución en las precipitaciones sobre el norte de África, pero sigue siendo incierto en gran parte del resto del continente.

Teniendo en cuenta la previsión del pronóstico, no queda claro si vamos a ver un aumento o disminución de los brotes de Ébola sólo observando los patrones de precipitación.

Pero dado que se espera que los períodos de sequía vayan en aumento, y se concentre más vapor de agua en favor de precipitaciones en un ambiente más cálido, es posible imaginar que la relación entre el cambio climático y el Ébola sea distinta de cero.

Aún más, la interrelación entre el cambio climático y la deforestación posiciona a los humanos más cerca de los animales infectados. Como la deforestación  aleja a los animales, la gente se anima a cazar a los “sobrevivientes”, como los murciélagos, que son una de los huéspedes naturales más comunes del Ébola.

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Ambiente 360 de Yale escribió:

La transmisión del filovirus del ébola de murciélagos a humanos ilustra la complejidad de la propagación de esta enfermedad y su relación con el cambio climático y la alteración de la tierra. De todas formas, un simple contacto entre murciélagos y humanos no es suficiente para que  el filovirus Ébola se active.

“Es una cascada de eventos” que involucra murciélagos, simios y a los humanos en una manera inusual, agravados en parte por  “únicas condiciones climáticas”, dijo Pierre Formenty, experto de la Organización Mundial de la Salud en zoonosis.

Según análisis meteorológicos tomados por satélite por la NASA, los brotes de ébola se relacionan con lluvias intensas al final de un período de intensa sequía.

Las condiciones de extrema sequía forza a algunos árboles frutales a posponer su fructificación. Cuando llegan las lluvias y los árboles afectados dan sus frutos, todo tipo de especies que se alimentan de frutos, entre ellos los murciélagos y monos pteropus, se reúnen para darse un festín.

Un gran número de criaturas se concentran bajo los árboles y proporcionan microbios como el ébola, que tiene una excelente oportunidad para saltar de una especie a otra. Y una vez que comienza el ébola y circula fuertemente en una nueva especie, tales como monos o murciélagos, puede ser fácilmente transmitida a través de la sangre infectada y otros fluidos a los seres humanos.

Si el calentamiento global agravará el parámetro de lluvias que determina los brotes de Ébola, aún resulta incierto. Mientras los expertos en medicina de la conservación avanzaron en la delineación de los pasos que vinculan al clima con las enfermedades, las proyecciones sobre cómo los patrones de la enfermedad cambiarán a medida que cambien el clima aún son incipientes. Sin embargo, es preocupante una tendencia hacia la sequía que ya se nota en las selvas tropicales africanas.

Kris Ebi, un experto en cambio climático y salud de la Universidad de Washington, está preocupado porque las tensiones en la agricultura por el cambio climático pueden forzar a más personas a comer murciélagos y otros animales que portan la enfermedad.

“Ya sabemos que el cambio climático debilita los cultivos”, dijo Ebi a Al Jazeera America y se preguntó, “cuando existe una alta inseguridad alimentaria, ¿cómo se asegurará la gente de tener suficiente comida para sus familias?

En su último informe, el IPCC enfatizó medidas a adoptar que pueden reducir la vulnerabilidad humana antes cambios en la incidencia de enfermedades causadas por el cambio climático:

La medida más efectiva para reducir la vulnerabilidad en enfermedades a corto término son programas que mejoren la salud pública básica, como provisión de agua limpia, vacunación y servicios de salud para los niños, el aumento de la capacidad para afrontar desastres y reducción de la pobreza.

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Datos generales del virus:

Fue detectado por primera vez en 1976 en la zona del río Ébola  (de ahí proviene su nombre), en la República Democrática del Congo.

Los murciélagos frugívoros son los portadores naturales del virus, pero también pueden ser portadores del virus simios y otros animales salvajes.

No existe vacuna o tratamiento para la enfermedad y tiene un altísimo porcentaje de mortandad.

El virus transmitido por animales salvajes a humanos y luego de humanos a humanos. El período de incubación en los humanos es entre 2 y 21 días.

Síntomas en humanos: fiebre alta, dolores de cabeza y garganta, diarrea, dolores musculares intensos, disfunción renal y hepática, en algunos casos hemorragias internas y externas.

TIEMPLO INESTABLE