Representante de una pequeña isla del Pacífico severamente amenazada por el aumento del nivel del mar, el Primer Ministro de la República de Fiji y Presidente de la COP 23, Frank Bainimarama, afirmó en la apertura de la conferencia que “todos estamos en la misma canoa.” Su mensaje trae la idea de que el problema del calentamiento global afecta democráticamente a todos y, por lo tanto, también debe ser resuelta de forma global, con acciones conjuntas y compromisos de todas las partes. Sin embargo, el Índice de Desempeño Climático 2018, presentado este miércoles en Bonn, Alemania, demuestra que esto no ocurre en la práctica.

Elaborado por las organizaciones Germanwatch, New Climate Institute y Climate Action Network (CAN), el informe analizó el desempeño de las políticas climáticas de la Unión Europea y otros 56 países, que juntos responden por más del 90% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El resultado apunta que “ningún país está haciendo lo suficiente para prevenir los peligrosos cambios en el clima.” Por eso, nadie ocupó las posiciones uno a tres en el ranking.

Entre los países latinos, sólo Brasil, México y Argentina fueron analizados. Estos quedaron, respectivamente, en la 19a, 27a y 46a colocaciones. Brasil y México fueron evaluados como medianos y Argentina como “muy abajo” de las metas. Suecia, Marruecos, Lituania, Noruega y el Reino Unido encabezan la lista; Estados Unidos se encuentra en caída libre, ocupando la 56a posición, sólo por encima de Australia, Corea del Sur, Irán y Arabia Saudita.

“Dos años después de acordar limitar el calentamiento global por debajo de 2°C, con esfuerzos para llegar a 1,5°C, todavía vemos una enorme gap entre la ambición de las metas de reducción de los gases de efecto invernadero de los países y su progreso en relación con una aplicación real del Acuerdo de París en las legislaciones nacionales”, atestigua el informe.

Pero no sólo de negatividad se hace el documento. Según el análisis, “existen señales alentadoras de que una transición energética global está en marcha.” Las cifras muestran que las inversiones en energías renovables siguen dominando las nuevas inversiones en el sistema energético en todo el mundo. Además, en 2014, 2015 y 2016 las emisiones globales de carbono en el sector de energía no crecieron, lo que no ocurría desde la revolución industrial, en años sin una gran crisis económica.

Latinoamérica de mal a peor

En el escenario climático global, que demanda un cambio urgente de paradigma, una evaluación “mediana” no puede ser considerada positiva. Aún más cuando este análisis no tiene en cuenta el efecto destructivo de políticas actualmente en curso o “en vías de”, en un futuro próximo. En Brasil, el gobierno mantuvo la priorización a los combustibles fósiles en la matriz energética, con el 70% de los recursos de la próxima década destinados a carbón, petróleo y gas. Además, el presidente Michel Temer quiere aprobar una Medida Provisional que dará incentivos fiscales trillonarios a las empresas petroleras.

“Los incentivos del gobierno brasileño a la industria fósil revelan una postura totalmente favorable a las energías sucias y al retroceso. Para cumplir con las metas de combate al calentamiento global, Brasil necesita dejar todas las reservas de petróleo y gas en el suelo y redirigir los recursos públicos y privados para iniciativas de energías renovables, justas y libres”, defendió Nicole Figueiredo de Oliveira, directora de 350.org Brasil y América Latina.

En el mismo sentido sigue el gobierno de Mauricio Macri. Argentina, que ya ocupa una posición muy lejos de la meta, pretende profundizar el modelo de energía basado en fuentes sucias, principalmente hidrocarburos no convencionales, como el gas de esquisto, que traen un alto costo ambiental y social. “Tenemos avances positivos con respecto a las energías renovables, como la Ley de Régimen Nacional de Generación Distribuida de Energías Renovables, que está en tramitación en el Senado, pero al mismo tiempo el gobierno pretende avanzar con la técnica contaminante del fracking, como es el caso de Vaca Muerta”, afirmó Juan Pablo Olsson, coordinador de campañas climáticas de 350.org Argentina y colaborador del informe.

En México, el gobierno de Enrique Peña Nieto también avanza con la profundización del modelo extractivista promoviendo explotación de megaminería y extracción de hidrocarburos no convencionales a través del fracking. Según información actualizada, ya se han perforado 3.780 pozos mediante la fracturación hidráulica, mientras activistas, investigadores y organizaciones ambientales advierten sobre los daños ambientales y sociales de este tipo de explotación.