Por Nicolò Wojewoda

Esta es la segunda entrega de una serie de posts sobre cómo el trabajo de 350.org y el cambio climático están conectados a momentos críticos de preocupación global.

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“Una cultura que valora tan poco a los seres humanos, que permite que sean arrojados a las olas, también permitirá que los países de las personas pobres desaparezcan bajo las olas, porque son una amenaza a los beneficios de hoy.”
— Naomi Klein

Cientos de miles de personas se dirigen a Europa estas semanas, para escapar de la violencia, a menudo encontrando de nuevo violencia al cruzar las fronteras; a veces – cada vez más – recibidos con amor y compasión (así como, de vez en cuando, con una botella de agua, un juguete o una manta).

Probablemente has oído la historia: el cambio climático, si no se controla, conduce a eventos climáticos extremos y escasez de recursos, exacerbando dinámicas de conflicto y problemas socio-económicos. Un caso claro: Siria. Mientras que las causas primarias del conflicto Sirio son políticas,  investigaciones recientes sugieren que una sequía prolongada justo antes del levantamiento de 2011 puede haber jugado un papel en la guerra civil actual (aunque este debe ser considerado sólo como un factor contribuyente).

Siria no está sola. El tiempo extremo, que como sabemos es más frecuente y más intenso como resultado del cambio climático, desplazó a 157,8 millones de personas en el periodo entre 2008 y 2014. Cuando la gente se ve forzada a desplazarse por los impactos del cambio climático, normalmente lo hacen de manera interna en lugar de a través de fronteras internacionales – y todo indica que la pautas de migración en el futuro seguirán esta tendencia.

Así, existe una conexión entre la crisis climática, y las crecientes olas de migración en todo el mundo. No, los refugiados Sirios que vienen a Europa no son – directamente – refugiados climáticos. Y sí, eso no debería importarle al movimiento climático en nuestra región. Es nuestra responsabilidad estar con ellos de todas formas.

Ya sea esto una crisis o una nueva situación de normalidad, una cosa es segura: el sufrimiento y sus causas deben ser neutralizados ahora. Un paralelismo entre el clima y la crisis de los refugiados es evidente: los gobiernos y los líderes políticos están poco preparados para enfrentarse a ellos. Y ante su poca preparación, las élites globales, políticas y económicas, tanto el el Norte Global como en el Sur Global, siguen con sus comportamientos irresponsables. Tal y como Naomi Klein también indica: “En cada etapa nuestras acciones están marcadas por una falta de respeto por los poderes que desencadenamos, una certeza o al menos una esperanza de que la naturaleza que hemos convertido en basura y la gente a la que tratamos como basura no volverá a atormentarnos.”

La crisis de los refugiados es compleja, del mismo modo que la crisis climática es compleja. Pero también otro paralelismo es evidente: la gente que ya es vulnerable y está sujeta a distintas injusticias superpuestas es y será la que más sufra. Piensa en la devastación causada por el tifón Haiyan o el huracán Katrina.

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“La tarea está clara: crear una cultura de cuidados mútuos en la que ninguna persona ni ningún lugar sean desechados, en la que el valor inherente de las personas y la vida sea la base.”
— Naomi Klein

Así que si la actual crisis de los refugiados no es una crisis climática (aunque la siguiente podría serlo), ¿Por qué es importante que nosotros, que nos llamamos a nosotros mismos activistas climáticos, estemos al lado de los refugiados? Como mi ex-compañera Deirdre Smith escribió en un inspirador artículo que conectaba las luchas por la justicia racial en Estados Unidos y por la justicia climática: “Parte de ese trabajo conlleva que los organizadores climáticos reconozcan y comprendan que nuestra lucha no es sólo contra el carbón en el aire, sino también contra los poderes en el suelo.”

Para aquellos de nosotros a los que nos importa el clima porque nos importa la gente, este es el momento de demostrarlo. En las últimas semanas, en estaciones de tren e islas y campos de refugiados y fronteras en toda Europa, los ciudadanos han respondido donde sus gobiernos han fracasado. Una dinámica que debería sonar familiar para la mayoría de los organizadores climáticos allá fuera, que ven el ritmo frustrantemente lento de las acciones de los gobiernos del mundo ante el inminente caos climático, y se están echando a la calle para tomar estos asuntos en sus propias manos.

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Photo by Anthony Brewster

“Uno de los dichos en nuestro país es Ubuntu – la esencia de ser humano. Ubuntu se refiere particularmente al hecho de que no puedes existir como ser humano en soledad. Se refiere a nuestra interconexión.”
— Desmond Tutu

Esto es más que simplemente la relación causal entre cambio climático y migración. Es sobre el reconocimiento de que en la raíz tanto de la justicia climática como de la justicia migratoria está el reconocimiento de que la gente que está fuera de las fronteras del país importa, que son seres humanos como nosotros, que su lucha es nuestra lucha.

Y que esa lucha no termina cuando termina la emergencia. La fea realidad es que incluso si resolvemos esta crisis climática mañana, aún tendremos que lidiar con sus impactos por años. La cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático en París ni siquiera ha empezado y las autoridades ya han empezado a silenciar las voces de los migrantes, esos que han vivido en nuestro continente por meses o incluso años — haciendo que sus historias y sus vidas (que son, en muchos casos, historias de las consecuencias del cambio climático) invisibles. Justo en estas últimas semanas, los alrededores del centro de conferencias que albergará la cumbre, están siendo “limpiados”, en palabras del gobierno francés; casas okupas de migrantes y campamentos gitanos están siendo violentamente desalojados. La hipocresía es asombrosa.

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Photo by Anthony Brewster

“Reconócete a ti mismo en aquellos y aquellas que no son como tú y yo.”
— Carlos Fuentes

El sábado, 12 de septiembre, decenas de miles de personas en toda Europa se reunieron para un día de acción europeo #EuropeSaysWelcome #RefugeesWelcome. Si nos importa el clima, como decimos, unámonos a ellos. Necesitamos un movimiento que acoja una cultura de cuidado mutuo, sin que importe en que caja cabe el problema.

Tengo el increíble privilegio de pasar mis días en el trabajo escuchando y compartiendo historias de injusticia e historias de valentía. Ni una sola vez he pensado que compartir historias que no caben en la caja del clima suponía un riesgo de diluir la atención de mis compañeros activistas climáticos – siempre he pensado que era una fuente de fuerza para todos nosotros.

Estamos aquí a largo plazo, no podemos “ocuparnos rápidamente de la crisis climática y ya tendremos tiempo para las demás” y no hay manera de que ganemos nuestra batalla para mantener los combustibles fósiles bajo tierra a menos que reconozcamos los valores intrínsecos de humanidad compartida que están tras ese esfuerzo. Es hora de que pasemos a la acción.