Querid@s amig@s:

Hace un año por estas fechas estábamos reflexionando sobre el destacado impulso del movimiento climático y del trabajo de 350.org.

A comienzos de 2016 alcanzamos numerosas metas que inicialmente parecían lejanas, como la cancelación del oleducto Keystone XL, el acuerdo climático de la ONU en París o la desinversión en combustibles fósiles de 3,4 billones de dólares en activos gestionados. Estábamos mirando hacia el futuro con la sensación de que el consenso global sobre la acción climática se estaba acercando a un punto de inflexión positivo.

La sucesión de acontecimientos como el Brexit, la elección de Donald Trump y las cada vez más restrictivas condiciones en casi todas partes donde se encuentran miembros de nuestro personal, han situado nuestro trabajo en un nuevo contexto. Nuestra veterana aliada y simpatizante, Rebecca Solnit, ha escrito espléndidamente acerca del tipo de esperanza que surge en momentos como estos:

“El optimismo asume que todo saldrá bien sin esfuerzo de nuestra parte; el pesimismo asume que nada tiene remedio; ambos no nos permiten hacer nada… que los resultados son, o bien inmediatos, o bien inexistentes. Que si no tienes éxito al instante, has fallado. Este esquema lleva a muchos a abandonar y a volverse a casa cuando se está generando impulso y las victorias se encuentran a nuestro alcance.”

Aunque nos mantenemos con los pies más en el suelo respecto a nuestras expectativas, en el seno de nuestro equipo existe el sentimiento de que lo que estamos viendo desplegarse por todo el mundo es el último aliento de una cosmovisión en vías de desaparición; una visión que explota a las personas y al planeta; una visión que actúa de manera cruel ante las necesidades humanas; una visión que pone el beneficio por encima de cualquier otro objetivo. Esta manera de actuar es diametralmente opuesta a la acción climática, la cual requiere poner las necesidades futuras por encima de los beneficios presentes, enfrentarse a una industria con un poder político renovado y cooperar a una escala global masiva.

Muchas de las semillas que se plantaron en 2016 ya están floreciendo. Hubo una serie de victorias en varios campus universitarios estadounidenses que apostaron por la desinversión gracias a nuestra Escalada de Acciones de Primavera; se han revocado las licencias de cuatro plantas de carbón en Turquía, lo que resulta extraordinario, dado lo restrictivo del régimen; el mundo entero se está enterando de la corrupción y las mentiras relacionadas con #ExxonKnew. Todo ello nos ayuda a desmantelar la licencia social y a forjar un nuevo camino que se aleje de los combustibles fósiles y se oriente hacia el objetivo del 100% de energía libre.

Reflexionamos sobre 2016 teniendo todo esto en cuenta. Estamos aprendiendo qué campañas están atrayendo una participación nueva y más diversa; por qué ciertas plantas de carbón se cancelan y otras no; por qué ciertas instituciones eligen la desinversión y otras no; y estamos usando todo esto como una base para focalizar mucho más nuestro trabajo en 2017.

Nuestra ventana de oportunidad para la acción acaba de hacerse más estrecha. Este trabajo requiere una nueva claridad en sus propósitos, mayor rapidez y magnitud en el compromiso con nuestra misión, y un conjunto más amplio de alianzas.

Al igual que otras muchas organizaciones, tenemos la fortuna de contar con nuestros donantes y simpatizantes, quienes han expresado claramente su intención de ayudarnos en esta tarea; de permanecer a nuestro lado durante este tiempo. Mientras lees este informe, verás lo que tus inversiones en nuestro trabajo han posibilitado hasta el momento, así como un atisbo de hacia dónde nos dirigimos a continuación.

Con profunda gratitud y determinación,

May Boeve, Directora Ejecutiva