Mientras escribo este blog tengo abiertas muchas pestañas en mi ventanas de Google Chrome. En una leo un artículo sobre las siete millones de hectáreas incendiadas en Bolivia, en otra sobre los ríos de humo que descendieron el mes pasado desde la Amazonía brasileña hacia el sur, y en muchas otras leo sobre las cumbres climáticas que se aproximan en octubre y noviembre, la COP16 de Biodiversidad en Cali y la COP29 en Azerbaiyán, respectivamente. Y al mirar por la ventana de mi casa, recuerdo cómo hace dos semanas atrás se observaban y respiraban cenizas en el aire. Es que a la Ciudad de Buenos Aires llegaron las cenizas de los incendios en Brasil y Paraguay. 

Hoy todas las ventanas nos muestran algo. Afuera el clima es cada vez más incierto. Pasamos del invierno al verano sin escala. La región se encuentra atrapada en un ciclo infernal de sequías e inundaciones cada vez más intensas y frecuentes. Los incendios forestales, exacerbados por el cambio climático, contribuyen a la desertificación y la pérdida de biodiversidad, mientras que las lluvias torrenciales provocan deslizamientos de tierra y desbordamientos de ríos, dejando a su paso destrucción y sufrimiento.

El estadio Beira Rio inundado después de fuertes lluvias en Porto Alegre, estado de Rio Grande do Sul, Brasil, el martes 7 de mayo de 2024. (Foto AP/Carlos Macedo) | Foto: AP

El estadio Beira Rio inundado después de fuertes lluvias en Porto Alegre, estado de Rio Grande do Sul, Brasil, el martes 7 de mayo de 2024. (Foto AP/Carlos Macedo) | Foto: AP

 

Es inevitable pensar en el rol de los líderes políticos y sus decisiones, para evitar o reducir estos fenómenos climáticos. Sabemos que todos los años se reúnen a negociar sus objetivos y compromisos vinculados a reducir el calentamiento global. Pero, ¿qué es lo que estuvieron negociando estos últimos años?, ¿cómo pueden, a través de sus compromisos, evitar los incendios y sequías que se repiten cada año? 

Sabemos que anualmente hay una cumbre climática que reúne a líderes políticos y comités negociadores, la COP (Conferencia de las Partes) climática. Pero pocos conocen el método o los conceptos claves para entender lo que sucede en estos encuentros globales. Uno de los más importantes es el de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CND). Se trata del compromiso tangible que realiza cada país para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del calentamiento global.

Con la COP29 a la vuelta de la esquina, la pregunta que flota en el aire es si los CND serán suficientes para apagar este fuego y evitar que la situación se siga repitiendo. Expertos afirman que las NDC actuales no son ambiciosas ni realistas, y que no están a la altura de la urgencia de la crisis climática.

 

Actualizaciones y nuevos compromisos

Los países de América Latina están en un proceso continuo de actualización de sus CND para reflejar los avances alcanzados, las nuevas tecnologías disponibles y los compromisos globales. La COP26 marcó un hito importante, con muchos países de la región presentando nuevas o actualizadas CND. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para cerrar la brecha entre las ambiciones actuales y lo que se requiere para limitar el calentamiento global a 1.5°C. Para contextualizar: una tercera ronda de presentación de NDCs está abierta y se espera que hasta febrero de 2025, todos los países presenten objetivos más ambiciosos. Es por esto que necesitamos presionar los gobiernos desde ya. 

Representantes políticos de los países participantes de la COP28. Foto: Mahmoud Khaled / COP28

 

Un panorama regional diverso

Intentaré hacer un rápido repaso de la situación de algunos países de América Latina. Brasil, al ser uno de los mayores emisores de carbono debido a la deforestación, se ha comprometido a reducir esas emisiones a través de políticas de protección de bosque nativo. Sin embargo, la dependencia económica a la agronomía y minería, dificultan el cumplimiento de este compromiso. Luego está Chile, país que supo liderar en producción de energía renovable, y hoy no logra alcanzar sus objetivos climáticos por las sequías (que afectan la generación de energía hidroeléctrica) y la falta de inversión para proyectos de transición energética. Por el lado de Colombia, sus objetivos climáticos se enfocan en técnicas de uso de tierra, reforestación, y la promoción de energías renovables. Pero el conflicto armado y la dependencia de los hidrocarburos hacen que la reducción de las emisiones no avance como lo esperado. 

 

Desafíos comunes y oportunidades

Los desafíos que enfrentan los países de América Latina para cumplir con sus CND son variados y complejos, pero algunos son comunes a toda la región:

  • Dependencia de los recursos naturales: muchos países latinoamericanos tienen economías fuertemente dependientes de la explotación de recursos naturales, lo que dificulta la transición hacia una economía baja en carbono.
  • Desigualdad social: la desigualdad social es un obstáculo para la implementación de políticas climáticas, ya que las comunidades más vulnerables son las que más sufren los impactos del cambio climático y tienen menos capacidad para adaptarse.
  • Falta de financiamiento: los países en desarrollo necesitan un mayor acceso a financiamiento climático para poder implementar sus CND y adaptarse a los impactos del cambio climático.
  • Incapacidad institucional: Fortalecimiento de las instituciones nacionales para diseñar e implementar políticas climáticas.

 

El cumplimiento de las CND es fundamental para asegurar un futuro sostenible para América Latina. Para lograrlo, es necesario:

  • Aumentar la ambición: Los países deben fortalecer sus compromisos climáticos y establecer metas más ambiciosas para reducir sus emisiones.
  • Movilizar financiamiento: Es necesario incrementar el flujo de financiamiento climático hacia la región, tanto a nivel público como privado.
  • Fortalecer la cooperación internacional: La cooperación entre países y regiones es esencial para enfrentar los desafíos del cambio climático de manera conjunta.
  • Empoderar a las comunidades: Es fundamental involucrar a las comunidades locales en la toma de decisiones y en la implementación de las políticas climáticas.

 

América Latina tiene un papel crucial que desempeñar en la lucha contra el cambio climático. Al cumplir con sus CND, la región no solo protegerá el ambiente y su economía, sino que también contribuirá a un futuro más sostenible para todo el planeta.