Durante la lucha contra el apartheid, los activistas usaron varios medios artísticos para comunicar y expresar la difícil situación de nuestro país y su pueblo.
Canciones de lucha como “Senzeni na” y producciones teatrales como “Sarafina!” o “Cry, the Beloved Country” de Alan Paton movilizaron a las comunidades nacionales e internacionales para poner fin a las divisiones sociales, políticas y económicas en Sudáfrica.
De más está decir que la combinación de arte y activismo puede tener resultados contundentes, porque ambos se construyen sobre la misma premisa de exponer verdades escondidas a través de la comunicación creativa.
El “artivismo”, un término acuñado por la generación del milenio, no es un fenómeno nuevo, y ha reaparecido con fuerza en el activismo juvenil actual. Con la ayuda de los medios sociales, el artivismo se ha convertido en una forma popular de protesta, en particular en el movimiento de cambio climático.
Como activista de la justicia climática, a menudo me resulta difícil movilizar a mis pares en relación con problemáticas ambientales. El hambre, el desempleo, la corrupción, el racismo y la transformación suelen ser los temas de conversación preferidos. Además, parece que es difícil “competir” por los medios y la atención pública en la sociedad civil porque todos creemos que nuestras propias causas individuales son las problemáticas más urgentes que acosan a la sociedad. La gente percibe a la corrupción y el racismo como problemas creados por el hombre y merecen la mayor atención, pero cree que el cambio climático escapa de su control.
No hay democracia en relación con el cambio climático, por lo que la noción es dejar estos problemas en manos de un poder supremo que creó la Tierra o de soldados ecológicos famosos como Al Gore y Leonardo DiCaprio. Un ejemplo típico reciente es mi línea de tiempo en Facebook, que se vio inundada (perdonen el doble sentido) de publicaciones solicitando orar por lluvia debido a que Sudáfrica atraviesa el año más caluroso de las dos últimas décadas, con muchas zonas que sufren de sequía y escasez de agua.
Sin duda, las oraciones son poderosas en algunas comunidades, pero debemos tomar conciencia de que el cambio climático es un problema creado por el hombre y merece la atención de las masas.
Muchos movimientos por el cambio climático tienen dificultades en obtener apoyo para su causa debido a la manera científica en que se comunican las estadísticas y las teorías.
Por este motivo, el artivismo se ha convertido en un medio popular dentro de nuestro movimiento para comunicar la urgencia de esta crisis. Jóvenes artivistas en todo el mundo se están uniendo para tratar el cambio climático a través de diferentes medios artísticos: la palabra hablada, la poesía, la música, el teatro y las artes visuales. Estos artivistas han sido más que exitosos en llamar la atención de los jóvenes sobre el cambio climático.
El año pasado, 350 África reunió a importantes artistas sudafricanos como Lebo Mashile, BLK JKS, Word N Sound Collective, Nova Masango y Nicole Daniella para la campaña #WeLeadYou (Te guiamos), donde hablaron de problemas de justicia climática a través de sus expresiones artísticas.
En 2013, Greenpeace comisionó un impresionante ballet titulado La muerte del cisne, que resaltó el problema de la fractura hidráulica o “fracking”.
El rapero y activista estadounidense Prince Ea ilustra la triste situación de la Tierra a través de un video de palabra hablada llamado Queridas Generaciones Futuras: Perdón. En esta poderosa obra, pide disculpas a la próxima generación por el saqueo de la Tierra y sus recursos, y observa acertadamente que: “lo que sucede con la verdad es que se puede negar, pero no evitar”.
Otra joven artivista en ascenso es la sudafricana Aaliya Kara, poetisa de la palabra hablada que recientemente presentó una obra sobre cambio climático en un evento de 350 África, titulada Hasta que la dejes ir. Esta presentación le valió a Kara ser seleccionada para inspirar acción contra el cambio climático, desde Sudáfrica hacia el mundo, a la luz de las negociaciones COP21 en París.
Los artivistas pueden desempeñar un papel fundamental en el futuro de los movimientos por la justicia climática, recuperando el uso del arte para tratar problemas de justicia social. Es nuestra esperanza que aumente la capacidad del arte ambiental para ejercer el mismo efecto perturbador que el arte social y el político. El idioma en común del mundo es, y siempre ha sido, el arte, y nuestra meta es unir a los pueblos en solidaridad contra los criminales climáticos.