Río Grande del Sur, región de intensiva explotación carbonera en Brasil, ha sido el escenario de una verdadera batalla de David contra el Goliat del carbón. Copelmi, una corporación de carbón financiada por el Banco Banrisul con el apoyo del gobierno estatal, ha estado amenazando a las comunidades indígenas, los agricultores familiares y los pescadores con la construcción de Guaíba, la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina.
Esta mina, ubicada a menos de 18 millas de Porto Alegre, la capital del estado, también pondría en peligro el bienestar de los 4,5 millones de personas que viven en el área metropolitana, una de las más grandes de Brasil.
Guaíba se desarrollaría en la misma área del lugar de producción de arroz orgánico más importante de América Latina, perjudicando el sustento de cientos de pequeños agricultores. Los pescadores artesanales y las aldeas indígenas también se verían dañados por la potencial contaminación del agua, las tierras y el aire.
Estas amenazas fueron aplastadas cuando el Tribunal Federal decidió el viernes 21 de febrero suspender la licencia ambiental de la mina..
La decisión de la Justicia Federal fue otorgada como respuesta a una solicitud de organizaciones indígenas y ambientales locales, a través de una Acción Civil Pública, organizada por el Instituto Arayara y la Asociación Indígena Poty Guaraní. Ambas acciones fueron apoyadas por 350.org y el Observatorio del Carbón. El caso fue precedido por intensas discusiones en audiencias públicas, marchas, conferencias y otras actividades públicas, así como el empoderamiento y la movilización de comunidades tradicionales potencialmente impactadas en la región metropolitana.
Según la jueza a cargo del caso, la razón principal de su decisión fue el hecho de que las comunidades indígenas que viven en los alrededores del área donde se desarrollaría el proyecto nunca han sido consultadas sobre la empresa, un paso obligatorio para este tipo de proyecto de acuerdo con la legislación brasileña.
La base legal de su decisión provino del Convenio C169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), del cual Brasil es signatario. El Convenio establece que los pueblos indígenas deben ser adecuadamente consultados de antemano sobre las decisiones que los afectarán directamente y deben ofrecer su consentimiento. Esta adecuada consulta nunca fue hecha por Copelmi, la compañía que planea desarrollar la mina de carbón.
“La gente dijo que no una y otra vez a esta mina de carbón”, declaró Nicole Oliveira, directora de 350.org en América Latina.
Andréia Takua, coordinadora del programa indígena de 350.org, fue una de las muchas personas involucradas en la lucha. En una sala llena, durante una audiencia pública sobre la mina en la Asamblea Legislativa de Rio Grande do Sul, denunció valientemente las intenciones de Copelmi de violar la ley avanzando con el proceso de concesión de licencias sin consultar a los pueblos indígenas afectados. Fue atacada con comentarios racistas por una parte de la audiencia, pero se mantuvo firme y demostró que las comunidades indígenas no temen luchar por sus vidas y por la naturaleza.
Si la mina hubiera sido autorizada, los indígenas de la Aldea Guajayvi también podrían ser expulsados por la fuerza. Tendrían que vivir diariamente con explosiones sísmicas y terremotos durante aproximadamente 30 años, con emisiones de gases tóxicos y contaminantes. Tendrían que respirar partículas cargadas de mercurio, enfrentarían la degradación de todo el paisaje escénico alrededor de su territorio e incluso se encontrarían con dificultades para obtener agua potable.
Además del daño local, la Mina Guaíba también agravaría la crisis climática global. Produciría un total de hasta 166 millones de toneladas de carbón a lo largo de sus 27 años de operación, y sería un primer paso para instalar una gran cantidad de fábricas cuya energía sería suministrada por la mina de carbón, según Copelmi.
Al quemarse este carbón, se generarían aproximadamente 4,5 gigatoneladas de dióxido de carbono: una enorme cantidad equivalente al 10% de las emisiones globales anuales, según una estimación realizada por el Dr. Rualdo Menegat, profesor vinculado al Instituto de Geociencia de la UFRGS, la universidad más prestigiosa de Río Grande del Sur.
Esta es una sorprendente historia de diferentes comunidades que se unieron para derrotar al Goliat del Carbón del sur de Brasil. La gente marchó, gritó, firmó peticiones y creó poder popular: y ahora una enorme cantidad de combustible fósil (con sus emisiones y los impactos directos de su extracción) se queda donde pertenece: en el suelo.
Mapa de la Mina Guaíba
Encuentre más información en las redes sociales #CarvãoAquiNão y #MinaGuaíbaNão.
Por Nicole Oliveira (Directora Gerente de América Latina), Juliano Bueno de Araújo (Director de Campañas de América Latina), Renan Andrade Pereira (Campaña de Brasil) y Livia Lie (Campaña Digital de América Latina)