5 continentes, 23 países, 12 religiones y 20 idiomas. Colectivos indígenas, pueblos tradicionales, pescadores artesanales y activistas medioambientales. Esta fue la primera reunión internacional de defensores climáticos celebrada en febrero de 2020, en Brasil.
Confieso que como facilitador y organizador, mis niveles de ansiedad eran mucho más altos de lo habitual. Muchas cosas podrían salir mal. Mi mayor temor era precisamente esta tremenda diversidad. ¿Tendríamos conflictos? ¿Se respetaría la gente? ¿Todos tendrían su espacio? ¿Cómo podríamos garantizar un entorno seguro e inclusivo?
Al final del primer día de la reunión, el miedo se había ido. Se convirtió en emoción e inspiración. Escuchamos historias muy fuertes de todas las regiones del mundo sobre cómo se está desarrollando la industria de los combustibles fósiles y las violaciones de los derechos humanos en sus territorios. Informes de amenazas, muertes, estrategias exitosas y victorias.
Quedó claro para todos los participantes que aunque no hablen el mismo idioma o estén en un continente diferente, nadie está solo. Todos estamos en el mismo lado y luchando contra enemigos similares. Fue este sentimiento de familia, unidad y solidaridad lo que hizo posible que tuviéramos 4 días con innumerables intercambios de experiencias, mucho aprendizaje, algunas lágrimas y muchas risas. ¿Risas? Sí. Aunque el tema es muy pesado, es como si un amigo mío dijera: “la resistencia se hace con alegría, con buen humor”.
Pero después de todo, ¿ué es ser un defensor climático? Esa era una de las preguntas que me hacía antes de que empezara la reunión. Puedo decir que ahora lo sé. Es para defender la naturaleza, los pueblos marginados, lo próximo, los territorios, pero sobre todo, es para defender la vida.
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Ilan Zugman – Master en Sostenibilidad, organizador 350.org Brasil y voluntario de la Coalición no al fracking latinoamerica