Durante el primer semestre del año se profundizaron las sequías en diferentes regiones del continente. Coincidieron los últimos meses de La Niña, causante de la escasez de lluvias en países del sur como Argentina y Uruguay; con los primeros impactos del recién llegado fenómeno de El Niño, responsable de la sequía que sacude, por ejemplo, a Colombia. 

 

¿Qué me dirías si te cuento que El Niño y La Niña son exacerbados por la crisis climática? Y que todo esto está vinculado a la quema de petróleo, gas y carbón en el mundo? Quédate que te explico. Pero vamos paso a paso. 

 

Colombia entre La Niña y El Niño

En varias regiones del país se registra una ola de calor y de sequía, que contrasta con lo sucedido entre 2020 y 2022: precipitaciones superiores a los promedios registrados en la última década. Estas lluvias provocaron inundaciones, deslizamientos y el aumento en los precios de los alimentos. El principal responsable fue La Niña, aunque se confirmó que este fenómeno se vio agravado por el cambio climático.
Hoy está ocurriendo lo opuesto, las altas temperaturas han despertado las alertas de las autoridades, ya que la sequía aumentará el riesgo de incendios y dificultará el acceso al agua. Ghisliane Echeverry, directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), explicó que entre diciembre y febrero de este año se registrará el punto más crítico del fenómeno de El Niño; por lo que los colombianos tendrán que ser cuidadosos con el uso del agua. 

 

Uruguay: cuando la crisis hídrica llega al límite 

Spoiler alert: la escasez de agua estaría por terminarse. Es una gran noticia para todos los uruguayos y nos alegramos por esto. Sin embargo, es necesario repasar qué es lo que pasó y por qué. 

La realidad es que la sequía acumulada durante los últimos cuatro años generó que las reservas de agua dulce comenzaran a agotarse de manera progresiva. ¿Buscamos un culpable? ¡Lo tenemos! Es el fenómeno de La Niña que, exacerbado por el cambio climático, tuvo lugar durante 3 años consecutivos. Este ciclo ocurre cuando el Océano Pacífico se enfría y produce precipitaciones en Oceanía, mientras que el sur de Latinoamérica no ve una gota de lluvia caer. 

Entonces, países como Argentina y Uruguay debieron soportar largas temporadas de sequía, incendios y altas temperaturas.
Mientas que La Niña comenzaba a retirarse, durante los primeros meses de este año 2023, y Uruguay se preparaba para la llegada de las precipitaciones; ocurrió lo que todos temían: el agua se acabó. Ya se había declarado la emergencia agropecuaria en octubre del año pasado. Y ocho meses después, en junio de 2023, el Gobierno confirmó la crisis hídrica que limitaría el consumo de agua por habitante en el área metropolitana de Montevideo. La peor en 100 años. A la sequía se le sumó la mala gestión del gobierno, que no administró de forma adecuada frente a la escasez del recurso. Varias zonas del país tuvieron inconvenientes para acceder al agua potable y el sector agrícola continúa luchando para recuperar los suelos apaleados durante el verano. Incluso el gobierno se vio forzado a elevar el nivel de salinidad y cloruro admitido en el agua potable ante la escasez de fuentes de agua dulce. 

 

¿Por qué es necesario frenar la industria de los combustibles fósiles para revertir esta situación?

Recientes estudios científicos (uno de la Universidad de Oxford, publicado en Nature Communications, y otro de la Universidad de Washington) advierten que el cambio climático exacerba los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, como los de La Niña y El Niño. También la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lleva tiempo hablando sobre este tipo de fenómenos, cuyas consecuencias derivan en inundaciones y sequías; y a las que ha descrito como “la próxima pandemia”. 

 

Si se continúa alterando la distribución de las precipitaciones de esta manera, los más afectados serán las comunidades vulnerables: aquellas que dependen de la agricultura y las que no cuentan con infraestructura urbana. El aumento de las temperaturas en la atmósfera y los océanos es una de las principales causas de este fenómeno. Necesitamos un cambio de la matriz energética que elimine el uso de combustibles fósiles, para así reducir la emisión de gases de efecto invernadero.