Por Ignacio Zavaleta
Durante el fin de semana del 18 de julio, mientras millones de residentes de Buenos Aires pasaremos otro sábado en casa para protegernos del coronavirus, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se reunirá virtualmente con los ministros y presidentes de los bancos centrales del resto de los países participantes del G20 para discutir el futuro de los argentinos en tiempos de pandemia.
Esta reunión entre representantes de las 20 economías más grandes del mundo ayudará a definir el destino de los billones de dólares que los países del grupo están inyectando en sus propios mercados para aliviar el impacto brutal de Covid-19 en la actividad económica.
Las decisiones resultantes de la reunión sobre inversiones públicas, exenciones de impuestos y políticas regulatorias pueden dar forma a la respuesta argentina y de gran parte del mundo frente a la crisis durante los próximos años. Es por eso que 350.org, la ONG global de justicia climática y organizaciones civiles locales de los países del G20, está demandando al ministro argentino y a los representantes de las otras naciones de este grupo que hagan su trabajo y coordinen una respuesta conjunta y ambiciosa que permita nada menos que que la recuperación justa que todos merecemos.
La idea de una recuperación justa ha sido apoyada por celebridades y organizaciones de todo el mundo y ha tomado diferentes formas en cada contexto. En los países desarrollados, la conversación gira en torno al Green New Deal, un paquete de acciones masivo que los gobiernos pueden tomar para reconstruir la economía en función de ciertas actividades que emiten muchos menos de los gases que generan el cambio climático. Los miembros de la Unión Europea, por ejemplo, han anunciado desde el comienzo de la pandemia medidas más audaces para reducir la contaminación, basadas en un calendario estricto para eliminar el uso de carbón.
En el caso de los países de ingresos más bajos per cápita, la propuesta de indulto o alivio de sus deudas externas gana fuerza en la discusión pública para que puedan invertir los recursos que irían al pago de interés en sus sistemas de salud. En abril, el propio G20 anunció un congelamiento en el pago de más de USD 20 mil millones, que sus miembros deben recibir de los países más pobres del mundo.
El punto común entre las diversas propuestas que se debaten bajo el paraguas de recuperación justa es que no podemos volver al mundo previo a la pandemia. Necesitamos aprovechar este flujo enorme de recursos que se invertirá en las economías de todo el mundo para dirigirlos hacia medidas que ayuden a resolver no solo la crisis económica, sino también las crisis sociales, raciales y climáticas. Para hacer estas demandas un poco más concretas, 350.org lanzó recientemente, junto con cientos de ONG de todos los continentes, una carta abierta a los funcionarios de los gobiernos, con cinco principios para la recuperación justa:
- Poner la salud de las personas primero, sin excepciones.
- Dar asistencia económica directamente a las personas.
- Ayudar a nuestros trabajadores y trabajadoras, así como a las comunidades, no a las empresas contaminantes.
- Crear resiliencia para crisis futuras.
- Fomentar solidaridad y comunidad interfronterizas (no empoderar a líderes autoritarios).
Pero, en el caso de Argentina, ¿cómo podemos construir una recuperación justa basada en estos principios?
Los esfuerzos públicos y privados en conjunto podrían aumentar el impacto de varias soluciones que ya han demostrado su eficacia en la creación de una economía baja en carbono, como la creación de sistemas que combinan agricultura con bosques, la mejora del transporte público, inversiones hacia pequeñas empresas que generan consumo local y la mejora de la eficiencia en el uso de electricidad. Sin embargo, pocas medidas son tan importantes como ponerle fin a la era de los combustibles fósiles y darle inicio a una la transición acelerada hacia un mundo de energías limpias y socialmente justas.
En este sentido, es urgente que Argentina aproveche el período de recuperación de la pandemia para direccionar políticas que no centren sus esfuerzos en el espejismo de Vaca Muerta. Según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), los subsidios a la producción de gas no convencional en el área de Vaca Muerta cerraron el 2019 con alrededor de $24 mil millones, equivalentes al 25% de todo el déficit primario argentino de ese año.
Eso quiere decir que 1 de cada 4 pesos del rojo fiscal, sin computar los servicios de deuda, han servido para mantener una explotación de gas ineficiente, que trae daños y riesgos al medio ambiente y a las familias que viven en la región por la utilización de la técnica del fracking. Esto sin mencionar la inmensa emisión de gases de efecto invernadero que generan la quema del producto final de Vaca Muerta y la producida en su proceso de extracción, profundizando la emergencia climática global que se volverá en contra de los propios argentinos que, por ejemplo, viven del cultivo agrícola.
De hecho, la utilización del método de fractura hidráulica es tan perjudicial para las personas y para el planeta que países europeos como el Reino Unido, Francia y España ya la han prohibido o están a punto de hacerlo en sus territorios. Curiosamente, las compañías europeas de combustibles fósiles, incluidas algunas compañías británicas y francesas, continúan haciendo uso de la fractura hidráulica en Neuquén, en una actitud colonialista hacia el pueblo argentino.
Por otra parte, con la crisis global que atraviesa el sector fósil, la exploración de gas con el apoyo del dinero público tiende a convertirse en una tarea inviable. Argentina posee un gran potencial para el desarrollo de las energías solar, eólica y mareomotriz. En tiempos de vacas flacas, Vaca Muerta es la antítesis de la recuperación justa que nuestra sociedad necesita. Sin dudas, estaríamos mucho mejor si los recursos enterrados en actividades que benefician solo a compañías extranjeras se invirtieran en acciones que nos ayuden a enfrentar nuestras múltiples crisis. En especial la crisis climática, la más grande de todas.
De esta manera, demandamos actitudes constructivas que lleven a Argentina y al mundo en una nueva dirección. Por eso reclamamos al ministro Martín Guzmán y otros líderes que tengan el coraje de abrazar una recuperación justa. Queremos una sociedad mejor que la que teníamos antes de Covid-19, y creo, en ese sentido, que nuestro país puede y debe ser una influencia positiva hacia las miras del mundo.
Ignacio Zavaleta es Responsable de Campañas de 350.org Argentina
Crédito de la imagen: Reuters/Agustin Marcarian
Publicado originalmente en Infobae.
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